A Hamilton se le indigesta el 'donut'
El piloto de McLaren sufre su quinta sanción en la temporada y acaba cuarto una carrera que parecía llevar su nombre
Los donuts le salen caros a Lewis Hamilton. El británico fue multado con 350 euros por la policía de Melbourne el año pasado, acusado de conducción temeraria, tras ser pillado mientras quemaba rueda en círculos. Ayer volvió a recibir otra sanción por lo mismo. Esta vez, por parte de los comisarios del Gran Premio de Hungría. Estimaron estos que el británico puso en peligro a sus compañeros en la pista cuando en la 47ª vuelta dio un trompo, se quedó en contra del sentido de la circulación y empleó ese recurso tan vistoso, el donut, para volver a encarar el coche en la dirección correcta. Por allí pasaba Paul di Resta, un doblado de Force India que se dio un susto tremendo cuando vio colear el McLaren, que le pasó rozando y le obligó a salirse fuera. En esta ocasión, la penalización que le cayó a Hamilton consistió en un pase y siga por el carril de los talleres, una última calamidad que terminó de hundirle en una cita que parecía llevar su nombre y que, al final, terminó como el rosario de la aurora.
Las bajas temperaturas evidenciaron el problema italiano con las gomas
"Asumo el castigo. Otro para mi baúl. Voy camino del récord", bromeó
La explosividad que corre por sus venas le hizo resistir el achuchón de Button en la salida y le permitió adelantar a Vettel para liderar la prueba (quinta vuelta) en un arranque de genio que pone en relieve un par de cosas: que el MP4-26 es una flecha cuando hace frío y que su estilo de pilotaje, seguramente el más agresivo de la parrilla, le permite calentar los neumáticos a toda pastilla, algo parecido a lo que le ocurre a Casey Stoner, campeón del mundo de MotoGP en 2007 con Ducati y actual piloto de Honda.
Una vez que se puso al mando, Hamilton comenzó a martillear el cronómetro a golpe de vueltas rápidas, una detrás de otra, y así transcurrió su carrera hasta que todo se le nubló en el giro 47º, cuando dio el trompo. Con Button subido a su chepa, podía escuchar por la radio a Andy Latham, su ingeniero, pero desde el muro no le escuchaban a él, un contratiempo que precipitó un cambio de neumáticos que le acabó enterrando. Mientras sus rivales aguantaron un poco más con los compuestos lisos, a la espera de que la lluvia escampara, los mecánicos le colocaron a él un juego rayado (52ª vuelta) que trituró en dos giros y que le obligó a llevar a cabo una parada suplementaria, rematada después con otro paseíllo, esta vez para cumplir la pena.
"No fue mi día. Tuvimos problemas con la radio. Yo pedía información, pero los chicos no me oían. Entonces, me han llamado [a boxes] y he entrado", describió Hamilton, que, a pesar de todas las desgracias, pudo reengancharse al pelotón, rebasar a Mark Webber (63ª vuelta) y terminar cuarto. "Jenson ha hecho una carrera fantástica, pero deberíamos haber logrado el doblete. El equipo ha hecho un buen trabajo y no estoy enfadado con ellos, sino conmigo", aseguró.
El británico se tomó con filosofía la penalización que le fue impuesta ayer, la quinta del curso tras la que le cayó en Malasia, por dar bandazos mientras se defendía de los ataques de Fernando Alonso, y las tres de Mónaco, una por saltarse una de las variantes del trazado, el sábado, y las otras el domingo, a raíz de dos maniobras que dejaron fuera de combate a Felipe Massa y Pastor Maldonado.
"Asumo el castigo. Otro para mi baúl. Voy camino del récord", bromeó Hamilton.
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