¿Quién votó contra Brufau?

Una de las consecuencias del levantamiento de los blindajes en las empresas es que los ejecutivos pierden poder frente a los accionistas, que a partir de ahora pueden ejercer los derechos sobre la totalidad de las acciones que poseen y no solo por el 10%. El foco principal se ha centrado en

Iberdrola, en la que su presidente, Ignacio Sánchez Galán, sigue encastillado contra el intento de ACS de hacer valer el 18% que tiene en la eléctrica para entrar en el consejo de administración y ejercer los derechos de voto.

El otro frente está en Repsol, aunque el presidente del grupo, Antonio Brufau, nunca ha puesto impedimentos a que los accionistas que ostentan más del 10% tengan sus consejeros correspondientes, caso de Sacyr, con el 20%, y de La Caixa, con casi el 15%. La pelea, en este caso, iba por otros derroteros, que ahora parecen calmados después de haber elevado el dividendo más del 23% (1,05 euros por título) y de haber frenado Luis del Rivero, presidente de Sacyr, los impulsos vendedores que le enfrentaron con Brufau.

Pero en la última junta general de accionistas, celebrada el 15 de abril, se produjo una circunstancia muy llamativa. Los accionistas reeligieron como consejeros para un periodo de cuatro años a Brufau (presidente), Del Rivero (vicepresidente), y los vocales Juan Abelló, Luis Carlos Croissier, Ángel Durández y José Manuel Loureda. Asimismo, aprobaron el nombramiento como consejero de Mario Fernández. En todos los casos superaron el 97% de los votos emitidos menos en el del presidente, que se quedó en el 83,997% a favor, un 12,257% en contra y un 3,746% de abstención. Los datos exactos aparecen en la página web de la petrolera.

Esta particularidad ha originado especulaciones para todos los gustos: ¿A qué se debe la diferencia de votos entre el presidente y el resto? ¿Hubo alguien que le quiso castigar? ¿Quién votó en su contra? ¿Fue alguno de los grandes accionistas: Sacyr, La Caixa, Pemex (5%)? ¿Lo hicieron algunos fondos de inversión descontentos? ¿Fue posible acaso que un gran grupo de minoritarios expresaran su rechazo?

Esta última posibilidad está descartada, por lo difícil de agrupar a tantos pequeños accionistas y, sobre todo, por el aumento del dividendo y los buenos resultados. También se despeja que hayan sido los grandes accionistas. Sacyr asegura que votó a favor de Brufau con el 10% por el que pudo votar (aunque tiene el 20% todavía estaba en vigor la limitación de los derechos de voto, que se levantó el 1 de julio). La Caixa, que cuenta con un 15%, ídem de ídem. Y Pemex, con el 5%, siempre se ha mostrado de acuerdo con el presidente.

Así que lo más factible es que los díscolos fueran algunos fondos, contrarios a la línea ejecutiva de Brufau por alguna razón. Los fondos, cuya participación en Repsol se acerca al 50%, suelen seguir los informes que hacen las firmas de asesoramiento (proxy advisory companies), sobre todo de ISS, que recomiendan cosas como que haya mayoría de consejeros independientes o separar las funciones entre presidente y consejero delegado al estilo anglosajón. En función de eso recomiendan su voto y lo personalizan en el presidente como un castigo si no se cumplen sus exigencias. En el caso de Repsol, no obstante, señalan que el núcleo de accionistas aprueba que el presidente sea el ejecutivo y que no hay discusión para que haya consejero delegado.

Al final, si se tiene en cuenta que en la reelección de Brufau votó el 53,49% (653 millones de acciones) del capital (1.220 millones de acciones) y se extrapola a ese total, resulta que los votos en contra se quedaron en el 6,55% (80 millones), un 2% de abstenciones (24.400 acciones) y un 44,93% a favor (548,5 millones). De estos, 361 millones (25%) corresponden al núcleo duro (Sacyr, La Caixa y Pemex), que no pudo ejercer el voto por otro 15%.

Se da la circunstancia de que Sacyr, otrora enemigo número uno de Brufau, le salvó la honra. Y si hubiera podido votar por la todo, habría sumado 10 puntos porcentuales (122 millones de acciones), a los que se sumarían cinco de La Caixa. Habrían votado 836 millones (68,5%) y los votos a favor (731,5 millones) arrojarían un porcentaje del 87% de los emitidos y el 60% del capital, con 6,5% en contra y 2% de abstención.

Otra cosa sería si la hipótesis de Sacyr fuera a la contra. Los votos a favor habrían caído al 40% (con el 5% de La Caixa); el 26,5% sería en contra y el 2% de abstención. Y eso habría dejado a Brufau en una situación delicada. Pero no ha sido así. -