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PLAN PARA GRECIA

Afeitado apurado

Los acreedores de Grecia que estaban preocupados ante un corte radical de pelo pueden relajarse (por ahora). La mayoría de los titulares de la deuda del país deberían salir del último rescate de la eurozona con tan solo un pequeño corte de puntas. Pero si las finanzas de Grecia no se recuperan todavía es posible que terminen con un afeitado mucho más apurado.

El plan propuesto por el Instituto de Finanzas Internacionales se reduce a un simple toma y daca. Los bancos que participen podrán cambiar su deuda griega por bonos seguros -respaldados por garantías en forma de bonos emitidos por el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera- con un periodo de vencimiento de 15 o 30 años. Estos bonos no pagarán ningún cupón. En vez de eso, los titulares de los bonos recibirán pagos de intereses por parte de Grecia. El plan prolonga el vencimiento medio de la deuda griega de seis a 11 años, lo que le da tiempo al país para volver a poner sus finanzas en forma. También contribuye a reducir la carga de la deuda, especialmente en los primeros años. Pero el plan no hace nada para reducir la carga de la deuda general de Grecia.

Los bancos, mientras, tienen un recorte de solo el 21% sobre el valor de paridad de la deuda griega. Eso es mucho menos drástico de lo que el mercado se esperaba. Antes del rescate, los bonos griegos a cinco años se vendían a aproximadamente el 50% del valor nominal. Los organismos de calificación probablemente consideren el proyecto un impago selectivo. Pero según cómo interpreten el plan los contables, algunas entidades crediticias (especialmente las francesas) podrían salir del paso sin que sus bonos griegos se deprecien.

El plan da por sentado que los titulares del 90% de los 150.000 millones de euros de deuda del sector privado griego que vencen antes de 2020 aceptarán. Las entidades crediticias europeas, engatusadas por sus gobiernos y por destacados financieros, como Josef Ackermann, de Deutsche Bank, probablemente participen (aunque otras podrían resistirse). Sin embargo, los bancos no deberían dormirse en los laureles. Si las finanzas de Grecia no se recuperan, el país todavía puede interrumpir los pagos de intereses (lo que obligaría a los bancos a asumir un recorte mayor). Mientras tanto, el resto de la eurozona sigue sin estar libre del contagio. A la larga, podría llegarse a la conclusión de que el plan de los bancos se pasa de listo.

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