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La caída de un presidente por el 'caso Gürtel'

Ciudades imaginarias, el profesor de chino y un aeropuerto sin aviones

Las dos legislaturas de Francisco Camps se han caracterizado por multitud de iniciativas improvisadas que a veces se han disuelto como un azucarillo. Si el caso más sonrojante es el impulso del aeropuerto sin aviones ideal para paseantes construido en Castellón, participado por la Generalitat y la Diputación provincial, no faltan ocurrencias en muchos de los campos de la gestión autonómica. En Educación, parcela con políticos de imaginación muy fértil, algunas de las ideas han sido solo chocantes, como la de impulsar la enseñanza del chino en los colegios dada la pujanza del país asiático, que se anunció a bombo y platillo sin evaluar las disponibilidades reales de profesores de esa lengua. Pero otras han causado estupor, como la de implantar un sistema trilingüe (castellano, valenciano e inglés) a costa de cargarse el modelo de la línea en valenciano, que ha demostrado durante lustros la eficacia a la hora de enseñar la lengua propia a los escolares valencianos. Y otras han llegado con una carga de intencionalidad política descarada, como la de impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía en inglés para boicotear la iniciativa aprobada por el Gobierno central.

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También muy criticada ha sido la decisión de abrir las puertas a los temarios de sexualidad diseñados por el arzobispado en perjuicio de los elaborados por las propias consejerías de Educación y de Sanidad.

Desde Bienestar Social se impulsó otra singular iniciativa, la de "proteger la vida en formación" mediante el Plan Más Vida, de tal forma que para numerosas ayudas de la Administración valenciana, no solo computa el número de hijos, sino que también se suma el feto, cual si fuera un niño, cuando la mujer está embarazada. La iniciativa también incluía un plan para que, mediante ayudas, las embarazadas jóvenes no abortaran y dieran en adopción a sus hijos, un proyecto diseñado a propósito tras la reforma de la ley de Salud Sexual y Reproductiva del Gobierno central.

Y tras unas legislaturas en las que la moda ha sido la de crear ciudades con potenciales inimaginables y que al final han resultado casi ruinosas, como el parque temático Terra Mítica, rescatado de la bancarrota y luego vendido; como la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, con un coste superior a los 1.280 millones de euros; o la Ciudad de la Luz, que no se ha convertido en el Hollywood del Mediterráneo, se han abandonado proyectos de lo más curiosos y chocantes. Así, el Consell fía ahora a la iniciativa privada la construcción de la Ciudad de las Lenguas, un proyecto que pretendía convertir los terrenos del aeródromo de Castellón en centro de referencia internacional de la enseñanza del castellano y para el que ya había hasta maqueta. La Ciudad del Teatro, en Sagunto, se ha quedado en unas naves restauradas que ya no se usan ni para Sagunt a Escena. Y nada se sabe ya de Mundo Ilusión, una ciudad todavía más imaginaria en forma de parque temático que hasta tendía pistas de esquí junto al Mediterráneo.

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