"Nos quieren robar la revolución"
La joven egipcia Shahinaz Abdel Salam nunca pensó que sus compatriotas fueran a ser capaces de sublevarse. Creía que esperarían eternamente a que el profeta viniera a salvarles, a derrocar a Hosni Mubarak, el dictador egipcio que se aferró al poder durante tres décadas. El 25 de enero, miles de jóvenes y no tan jóvenes abarrotaron la plaza Tahrir de El Cairo. Aquel fue el pistoletazo de salida de una revolución en ciernes, que ahora se enfrenta a nuevas amenazas, como el creciente poder de militares e islamistas.
En 2005, y sin ser demasiado consciente de dónde se embarcaba, Abdel Salam creó un blog y empezó a informar de los abusos del régimen. Así empezó todo. "Hasta entonces, de mí se esperaba que dijera siempre que sí; a mis padres, a mis profesores. Pero yo quería decir lo que pienso, criticar". Al principio fue solo una vía de expresión. Después, aquel blog se convirtió en la semilla de un cambio vertiginoso. Enseguida conoció a Kifaya, que en árabe significa algo así como basta ya y que fue uno de los grupos clave en el estallido popular que acabó con Mubarak.
"Los torturadores eran analfabetos informáticos. Esa fue nuestra gran ventaja"
"Yo crecí sabiendo que hablar de política era algo malo. Sobre todo si eres mujer", dice esta ingeniera informática de 33 años. Sus padres le advirtieron de que si se metía en política acabaría detenida. En comisaría la podrían tocar e incluso violar, lo que supondría un ataque al honor de toda la familia. Ella hizo caso omiso. En su blog, opinaba y colgaba fotos de las protestas en las que participaba. "Muchos lectores pensaban que era un hombre el que escribía porque no se imaginaban que una mujer fuera tan activa".
El movimiento fue creciendo y el régimen egipcio se percató de que aquellos no eran niñatos jugando a los marcianitos en el ordenador como pensaron hasta entonces. "Empecé a sufrir amenazas telefónicas. Mi familia estaba aterrorizada". En 2008, Abdel Salam y los suyos se hicieron fuertes en Facebook. Acumularon más de 75.000 seguidores y se sumaron a la campaña de apoyo de los trabajadores de las fábricas textiles. Cuenta esta joven que las fuerzas de seguridad estaban despistadas, que no sabían manejarse en la nueva ciberrealidad. "Cuando torturaban a mis amigos les preguntaban por claves de grupos de Facebook y tonterías semejantes, que delataban que eran analfabetos informáticos. Esa fue nuestra gran ventaja". Aun así, la represión se recrudeció. Abdel Salam relata cómo detuvieron a blogueros y se los llevaban a cárceles secretas en medio del desierto para torturarlos.
Mientras, la Administración estadounidense tendía sus redes. "En 2010 me invitaron a Washington para reunirme con los asesores de Hillary Clinton. Nos ofrecieron medios para protegernos en Internet. Nosotros les dijimos que muy bien, pero también que no dejaríamos que la Casa Blanca impusiera su agenda de reformas".
Así hasta el 25 de enero, la fecha en la que cientos de miles de manifestantes se dieron cita en la plaza Tahrir, dejando claro que la revolución estaba ahí para quedarse. "Mubarak optó por usar la fuerza y ese fue su gran error. Aquello fue el principio del fin de una era". La era Mubarak tocó efectivamente a su fin. La cuestión ahora es quién va a tomar las riendas de un país todavía en manos de los militares y en el que los islamistas se posicionan con vistas a las próximas elecciones libres. "La revolución no ha terminado. Los militares y los islamistas nos la quieren robar, pero no vamos a permitir que nos roben nuestros sueños y el trabajo de tantos años. Seguiremos hasta conseguir un Egipto democrático".
Abdel Salam, que visitó recientemente Madrid para recoger el premio del club de las 25, es una musulmana educada en una escuela católica. Allí, dice, en el colegio, aprendió a ser tolerante y abierta. Como a muchos egipcios, le preocupa la fractura sectaria que en los últimos meses se ha traducido en ataques a la comunidad copta y que podría contribuir a que la revolución terminara por naufragar. ¿Perdonará algún día a Mubarak? "Nunca. Ha matado y torturado a muchísimos egipcios. Son crímenes imperdonables. Tiene que ir a la cárcel. Debe sufrir", sentencia.
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