Rossi y su moto no se entienden
El italiano, que saldrá penúltimo hoy, se plantea volver a la vieja versión de su moto
Valentino Rossi baja de su Ducati y toma asiento. Le rodean cuatro miembros de su equipo y un técnico de Bridgestone, suministradora de neumáticos; por su derecha asoman la cabeza su padre, Graziano, y su representante, Davide Brivio; a su izquierda: su inseparable amigo, Uccio. Son momentos de crisis. Volverá a salir a pista tras dar una serie de indicaciones a su gente que no servirán de nada. Ayer, en la sesión de clasificación, la vuelta rápida la dio al sexto giro. No hubo manera de mejorar sus tiempos tras un total de 30 vueltas. Y terminó 16º, es decir, penúltimo por delante del suplente del lesionado Capirossi.
"Afortunadamente Loris no ha corrido, porque yo habría sido el último", dijo Rossi, que ni así pierde el buen humor. Fue el sábado más desastroso que se le recuerda, pues aunque en Valencia 2007 fue 17º y en Assen 2008 el 18º, en ambas ocasiones el fin de semana estuvo empañado por caídas o lesiones y no ha sido así esta vez.
Sencillamente, Rossi no se entiende con su Ducati. No se entendía con la que empezó la temporada y no se entiende con esta otra, una versión renovada con vistas a 2012. La fábrica italiana tiró de chequera y le hizo en dos meses una máquina en apariencia idéntica a la GP11 pero totalmente diferente: "El motor, la electrónica, la centralita, la parte mecánica, no solo el chasis ha cambiado", explica el ingeniero telemétrico del nueve veces campeón del mundo, Gabriele Conti. Rossi la estrenó en Holanda, dos carreras atrás, y ha perdido con el cambio.
Al probar la moto para el año próximo en Jerez hace unos meses el italiano se sintió mucho más cómodo, así que decidió arriesgar. "Esperábamos que al lograr solucionar los problemas con la parte posterior de la moto mejorarían también las sensaciones con la delantera, pero no fue así. El problema es que no sabemos qué ocurre", explica el piloto, cuya última victoria se remonta al GP de Francia en mayo de 2010. Esos problemas impiden a Rossi tener un buen paso por curva, no confía en su rueda delantera y debe dibujar una curva mucho más larga. "Vamos muy lentos", se lamenta; "esta situación es dura, para ir rápido hay que estar motivado".
Llegado el ecuador de la temporada, su desesperación es tal que el equipo se plantea volver a la versión con la que iniciaron el campeonato, la misma que lleva Nicky Hayden, que ayer terminó a siete décimas de Stoner (que hoy saldrá desde la pole), mientras Rossi lo hizo a 1,6s. "Estamos haciendo un doble trabajo: intentar que la moto vaya rápido y solucionar los problemas en el pilotaje", explica Conti, que antes fue el telemétrico de Stoner. "Vale es muy veloz en las curvas, tiene un pilotaje muy dulce y preciso. Stoner tiene un pilotaje mucho más rabioso y agresivo. Necesitan cosas diferentes".
"Es una moto muy complicada, pero soy el primer sorprendido de que no hayan encontrado la solución. Si Rossi siguiera en Yamaha estaría luchando cada día por ganar", afirma el australiano. Conti cree que la victoria aún es posible: "Aunque no sé cuándo llegará. En este mundo a veces los problemas van y vienen como por arte de magia".
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