La zarzuela no se cansa de luchar
Los Veranos de la Villa abren con una verbena su ciclo sobre el género chico
La zarzuela lleva un tiempo necesitando de revisiones y nuevas formas para sobrevivir en la capital que le dio su razón de ser. Pudo verse esta transformación en el musical sobre la obra de Amadeo Vives en los Teatros del Canal, un espectáculo que triunfó la pasada temporada sobre las tablas madrileñas. En esa misma línea, y dentro del ciclo de zarzuela que programa cada año Los Veranos de la Villa, las representaciones de La verbena de la Paloma y Agua, azucarillos y aguardiente vendrán precedidas desde una hora antes de una verbena castiza.
"La verbena era el lugar de esparcimiento de las gentes de Madrid. Las de la capital fueron muy particulares, y han quedado reflejadas en muchas obras que transcurren durante estas fiestas", explica Andrés Ruiz Tarazona, crítico musical y cronista de la Villa. Son ejemplos de esta unión zarzuela-fiesta popular La revoltosa, La del manojo de rosas o El barberillo de Lavapiés. Para esta ocasión, la verbena será fingida, y una veintena de actores se encargarán de llenar los Jardines de Sabatini de barquilleros, vendedores de churros y globos, aguadores y gitanas que leen la mano. "Son personajes que, aunque no idénticos, aparecen en otros países", explica Ruiz sobre los arquetipos populares que se convierten en protagonistas en el género lírico español.
Bretón compuso 'La verbena' en un mes sentado en el banco de un parque
La zarzuela es un género que se ha visto apartado paulatinamente de los grandes teatros, y Ruiz piensa que es por "un injustificado complejo de inferioridad". "Las costumbres y las tradiciones de las grandes ciudades mueren a principios del siglo XX para dar paso a una era de modernidad", explica el cronista de la Villa, "y la zarzuela muere con ellas". "Si se pusieran en el Teatro Real zarzuelas como Luisa Fernanda, que llenó todos los días...", lamenta Ruiz. Eso fue en 2006. Desde entonces, la zarzuela no ha vuelto a aparecer en la programación del coliseo madrileño y su director, Gerard Mortier, no se plantea recuperar el género hasta 2014.
A esto se suma que durante mucho tiempo no se haya tratado a la zarzuela con el mismo respeto que a la ópera. "La zarzuela no tiene buena imagen porque antes, cuando no había dinero, se programaba con la quinta parte de los músicos, actores de segunda fila y vestuario cutre", explica Ruiz.
La propuesta de Los Veranos rescata para este año dos títulos cumbre de la zarzuela: La verbena de la Paloma y Agua, azucarillos y aguardiente, interpretadas por la compañía Tiempolírico y bajo la dirección musical de Juan de Udaeta. La verbena es un alegato de un Madrid histórico que recuerda a aquella ciudad provinciana de finales del XIX, revestido de la música prenacionalista de Tomás Bretón. "Bretón sabía muchísimo de música, casi todas sus obras son óperas. La verbena la escribió a toda marcha durante un mes sentado en un parque. Se sumergió en el pueblo y tuvo un arrebato de inspiración. Es una de las grandes obras de la música española", explica Ruiz. En esta ocasión, el montaje de Carlos Fernández de Castro trasladará la fiesta castiza a los años setenta.
Agua, azucarillos y aguardiente, de Federico Chueca, es otro ejemplo de la calidad de algunas obras del género chico. "Aunque Chueca sabía menos música que Bretón, tenía más gracia, y acabó siendo uno de los músicos más geniales de la zarzuela. Había nacido en Madrid, en la plaza de la Villa, y conocía perfectamente el espíritu castizo de la ciudad", comenta Ruiz.
La verbena de la Paloma y Agua, azucarillos y aguardiente. Jardines de Sabatini a las 22.00 (verbena desde las 21.00). Del 13 al 24 de julio. Entradas de 15 a 27 euros.
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