Pasiones de trazo grueso
Siete años después de su presentación vuelve al Real la producción de Tosca dirigida por Núria Espert, con el anuncio de la despedida lírica de la gran dama del teatro. Sería una lástima que así fuese. Cada artista tiene derecho a tomar sus propias decisiones, faltaría más, pero Núria Espert se queda a las puertas de lograr en la ópera su realización soñada. Ha sido una amante excesiva hasta el delirio del género lírico, lo que ha obstaculizado una visión más racional de sus propuestas escénicas. Precisamente ahora que ha tomado algunas distancias, según sus propias declaraciones, es cuando está en las mejores condiciones de bordar una puesta en escena operística. En cualquier caso, su lectura de Tosca es convencional y ordenada, sin grandes personalismos y con un ajustado sentido de la medida teatral.
TOSCA
De Giacomo Puccini. Con Violeta Urmana, Marco Berti y Lado Ataneli. Director musical: Renato Palumbo. Directora escénica: Núria Espert. Escenografía: Ezio Frigerio. Vestuario: Franca Squarciapino. Reposición de la producción del T. R. y A.B.A.O de 2004. Teatro Real, 12 de julio.
Puccini es un autor que respira teatro por todos sus poros. Teatro desde la música y teatro desde la escena. El trío vocal protagonista de esta Tosca tiene energía a raudales pero escasa capacidad de matización. Que dos arias tan agradecidas para el tenor como son Recondita armonia y E lucean le stelle no levantasen un solo aplauso es para encender las alarmas rojas, al menos en el terreno de la musicalidad teatral. La gran soprano rumana Violeta Urmana tampoco desplegó la sutileza exigible en su dibujo del personaje de Tosca. Y Lado Atanelli no pasó de la corrección como Scarpia. En conjunto fue una lectura vocal de trazo grueso, en la que la fuerza estaba muy por encima de la sensibilidad.
Renato Palumbo es un maestro seguro y expresivo. Impuso su sentido dramático a la Sinfónica de Madrid, consiguiendo momentos de tensión con algunas pinceladas de refinamiento. Fue la suya una lectura operística hasta las cejas, con contrastes decididos y una línea cuidada de acompañamiento.
Con Tosca termina la primera temporada de Gerard Mortier en Madrid. Una docena de representaciones mantienen este título hasta finales de julio. Es un premio de consolación a los aficionados más tradicionales. La convivencia de Messiaen y Puccini estos días en Madrid se puede considerar algo más que un gesto teatral.
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