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Reportaje:

El verano en un campus

Los campamentos deportivos proliferan con ofertas de ocio y rendimiento

Persigue la pelota, alienta a los pequeños, les explica cómo deben poner el pie, cómo encarar a un rival, va de un campo a otro, de partido en partido. "Es como un niño", zanja Alberto Lobato, uno de los coordinadores del campus al que da nombre Fran, uno de los mejores futbolistas que ha dado Galicia, un talento convencido de que sin trabajo nada es posible.

"Llevo tres años en contacto con el fútbol base porque tengo un hijo en esas categorías y lo que veo es que hay chavales buenísimos, con nivel como para llegar a profesionales, pero por el camino algo pasa que se pierden. Falta enseñanza y trabajo", diagnostica el ex futbolista del Deportivo. Nada que se pueda implantar en sólo 10 mañanas de verano, en las que en cualquier caso sí se pueden sentar unas bases. "Podemos conseguir que se lleven unas ideas y que luego, durante el año, cuando lleguen al colegio o en el parque las vayan poniendo en práctica. Lo que buscamos es que los chicos conozcan un poco mejor lo que es el entrenamiento en el fútbol", apunta el antiguo 10 del Deportivo.

"Algo pasa, que los buenos se pierden por el camino", lamenta Fran
El Basket Camp de Vilagarcía no necesita promoción para reeditarse

En su campus hay exigencia. Sus coordinadores quisieron distinguirse de otras ofertas planteando una actividad para futboleros comprometidos y huyendo del concepto de campus-guardería, tan recurrente en estas fechas. "Creemos que uno de los valores que se están perdiendo son los del esfuerzo y el sacrificio", recalca Alberto Lobato. "Queremos que los chicos perciban que ese es el camino para aprender. Buscamos a niños que amen el fútbol. Esos se lo pasarán bien porque para ellos tener la pelota en los pies es lo mejor del mundo. Quien no sienta eso acabará exhausto y aburrido", añade el coordinador.

"Nosotros también tratamos de que acaben el día cansados", previene Alberto Blanco, responsable del Vilagarcía Basket Camp, que este año homenajea al fallecido Toa Paterna, uno de los impulsores de un clásico que cumple siete años y que mantiene el espíritu de la Vilagarcía Basket Cup, el torneo que da lustre a la Semana Santa arousana. "No hacemos ni dípticos ni carteles, todos los participantes en la Basket Cup ya saben que tienen esta cita en el mes de julio y están pendientes de cuándo se abre el plazo en la página web para inscribirse", explica Alberto Blanco, que ejerció con la élite de entrenador en Málaga y como director deportivo en el Obradoiro, y que se plantea el campus, en este caso de una semana, como una recompensa.

"No pretendemos enseñar baloncesto y tampoco puedo entender esos campus que hay ahora de tecnificación con los propios niños de tu club. No creo que sea bueno que durante 11 meses hagan el mismo deporte con los mismos entrenadores", continúa. Lo de Vilagarcía es más una convivencia con el baloncesto como disculpa, una gozada en la que muchos chicos tiene la opción de compartir incluso hotel, y en la que se organizan partidos callejeros de tres contra tres hasta las dos de la mañana, o se convive con jugadores de la liga ACB e internacionales como Garbajosa, Carlos Suárez, Berni Rodríguez o Carlos Jiménez.

Conocer a los mejores es uno de los grandes reclamos de los campamentos. Por A Mariña ha pasado durante los últimos veranos lo más granado del fútbol sala. Adrián Martínez, jugador ferrolano de El Pozo Murcia estará el miércoles en la primera jornada del campus que organiza el Burela. También estará Sito Rivera, seleccionador de Rumanía. Alfonso Mera, responsable de la escuela del club, opina que, por muy intensos que sean los cuatro días en los que están previstas actividades, el objetivo no debe ser otro que compaginar enseñanza y diversión. "No nos enfocamos al rendimiento. Algún verano lo hicimos con chicos en edad cadete o juvenil, pero ahora nos hemos decantado por fomentar la práctica deportiva entre niños de 7 a 13 años".

Las diferentes concepciones proporcionan, en todo caso, una mayor riqueza en la oferta. En ayuntamientos como el de Baiona, la apuesta impulsada desde el gobierno municipal se apoya en los clubes deportivos locales, que aprovechan el verano como un tiempo para hacer proselitismo y captar nuevos practicantes. El Erizana de fútbol, el Baiona de balonmano y baloncesto, el Club de Lucha Sabaris, el Club de Tenis Baiona, el Baitra de fútbol sala o las Escuelas Municipales de Gimnasia Rítmica se reparten las semanas del verano. Por una cantidad aproximada de 300 euros, es posible mantener al niño alejado de la consola todas las mañanas de julio y agosto y acercarlo a la práctica de siete deportes diferentes. De paso, algunos padres resuelven un problema.

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