Ferrari ha vuelto
Fernando Alonso logra la primera victoria de la temporada por delante de los dos Red Bull de Vettel, lastrado por un problema en el cambio de ruedas, y de Webber
Mientras algunos equipos se han dedicado estas últimas semanas a tirarse los trastos a la cabeza a raíz del delirante asunto de los difusores soplados, Ferrari se ha encerrado en su fortín atormentado por una obsesión más que por un objetivo: encontrar la fórmula que revitalizara al 150º Italia para poder ofrecerle a Fernando Alonso la posibilidad de demostrar por qué razón los expertos coinciden en señalarle como el piloto más completo de la actualidad. A la vista del rendimiento que en Silverstone ofreció el bólido rojo en manos del español habría que aplaudir a los técnicos de la Scuderia, que han sabido darle la vuelta a un prototipo que fue doblado en Montmeló, hace menos de dos meses, y que ayer arrancó el vuelo, les dio un repaso a los Red Bull, dominadores incuestionables hasta ahora (seis victorias de nueve posibles y plenos de pole position) y que esta vez claudicaron, a menos de 30 kilómetros de su cuartel general, y terminaron segundo (Vettel) y tercero (Webber).
El australiano recibió la orden de frenar para no adelantar a su compañero
Con nuevos alerones y la limitación del difusor, la 'Scuderia' tutea al equipo líder
Nada más bajarse del monoplaza, Alonso hizo que la cámara enfocara a uno de los parches de il cavallino rampante que lleva en su mono y lo señaló, como si quisiera gritarle al mundo que Ferrari ha vuelto con toda su fuerza. Esa energía que hace exactamente 60 años empujó a José Froilán González a conseguir el primer triunfo de la marca en la F-1, y la misma que llevó al chico de Oviedo a mostrar su mejor versión y a celebrar la efeméride con champán y desde el escalón más alto del podio. Se trata de la primera victoria del curso del constructor italiano y la 27ª en la trayectoria del asturiano, una cifra que le empareja con Jackie Stewart y le coloca como el quinto que más carreras ha ganado, por detrás de Schumacher (91), Prost (51), Senna (41) y Mansell (41).
Con el fin de valorar en su justa medida el arreón que le han dado al coche en Maranello es importante atender al perfil de Silverstone, una pista completamente llana y minada de curvas rápidas, una combinación al gusto de Red Bull y mortífera en el caso de Ferrari, que hasta ahora se había visto incapaz de encontrar los elementos aerodinámicos necesarios para que el monoplaza se pegara al suelo. Gracias a los nuevos alerones y a la limitación del uso del difusor soplado que la FIA ha metido a capón, el 150º Italia se ha colocado a la altura del RB7. Cada uno barrió para casa en este descabellado embrollo cósmico, y mientras Red Bull aseguró sentirse maltratado, Ferrari recalcó que la modificación de la normativa no había tenido la menor incidencia en una carrera que Alonso manejó a su antojo a partir del segundo cambio de gomas.
El bicampeón circulaba el tercero después de habérselas tenido tiesas con Hamilton cuando enfiló los talleres al mismo tiempo que Vettel, el líder (vuelta 27), una después que Webber, el segundo. Sus mecánicos completaron el cambio de ruedas en cuatro segundos, un registro discreto que se convirtió en excelente porque el alemán se quedó clavado durante una eternidad (11,4 segundos) esperando a que sus chicos se aclararan con el gato trasero, un fallo impropio de la escudería que mejor y más rápido se mueve en los garajes. Al reincorporarse a la pista, Alonso se colocó al frente del pelotón, pista libre y pie abajo, y comenzó a martillear el cronómetro a base de vueltas rápidas, hasta cuatro consecutivas (de la 29 a la 32), una inversión magnífica que le reportó unos réditos extraordinarios: seis segundos en solo cinco vueltas.
Con tres cuartas partes del trabajo hecho, el español se limitó a circular en solitario, completamente ajeno a la despiadada pelotera que se armó a su espalda entre los dos Red Bull y Hamilton. El británico se dejó el alma cerrando huecos pero no pudo hacer nada para impedir que se lo zamparan. Primero fue Vettel (en los garajes) y después Webber (vuelta 46), protagonistas ambos de una última vuelta de infarto que se vio alterada a pocos metros del banderazo de cuadros, cuando una voz advirtió al australiano, por la radio, y le aconsejó que se tranquilizara y mantuviera la distancia que le separaba de su compañero. Una intromisión legal desde principios de este año pero innecesaria en cualquier caso debido a la descomunal renta que posee Vettel en la tabla de puntos del campeonato. Un Mundial en el que ha vuelto Ferrari.
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