El PP redondea su poder en Álava
- De Andrés, nuevo diputado general, afronta el reto de gobernar sin apoyos claros - Agirre firma la defunción del madracismo al revelar sus exigencias de puestos y dinero
A veces, lo improbable ocurre. Y sobre todo, en Álava. Después de semanas dando por perdida la Diputación y fiando sus esperanzas a un derrape en las negociaciones entre EB y el PNV, que no solo descarriló sino que saltó por los aires, el PP recuperó ayer la makila foral que perdió en 2007. Con 25 votos a favor, los de sus 16 junteros y los 9 del PSE, Javier de Andrés fue nombrado nuevo diputado general de Álava. El aspirante a la reelección, el peneuvista Xabier Agirre, se quedó a un voto -24 junteros, la suma de PNV y Bildu-. EB abrió las puertas a los populares, votando a su propia candidata, Nerea Gálvez. Con este inesperado desenlace a pesar de imponerse en las urnas, el PP redondea su cuota de poder en Álava, ya que suma la Diputación a la Alcaldía de Vitoria.
De Andrés se saca ahora la espina de su amarga victoria en 2007
En fiscalidad, el PP no quiere subir impuestos. Los demás partidos, sí.
Tras la euforia de la victoria inesperada, los populares se encontrarán con la dura realidad de gobernar en una provincia con un mapa político fragmentado, en minoría, y con la oposición planteando cuestiones radicalmente opuestas a las del programa de los populares para salir de la crisis económica. Eso sí, la apelación de De Andrés al consenso fue rápidamente aceptada por el PSE, en un escenario inédito hasta ahora en Álava.
Con todo, surgen de inmediato las incertidumbres sobre el rumbo del gobierno popular ante el corsé de la aritmética electoral. La fiscalidad es el mejor ejemplo de ello. El PP fue ayer el único partido contrario a subir a la presión frente a PNV, PSE, Bildu y EB, que se mostraron partidarios de hacerlo. Agirre, por su parte, sorprendió manteniendo su apuesta por recuperar el impuesto de patrimonio que sus compañeros de Vizcaya son reacios a instaurar.
Así las cosas, el nuevo mapa político de Euskadi se consolida: el PNV en Vizcaya, Bildu en Guipúzcoa y el PP en Álava, con el Gobierno vasco del PSE en el medio. Los populares son conscientes de que el Ejecutivo de De Andrés, "como todos", tendrá que hacer malabares para garantizar la gobernabilidad del territorio, pero saben también que el PNV necesitará apoyos en la Diputación de Vizcaya y que siguen siendo socios preferentes del Gobierno vasco del PSE. Al menos, la amenaza de una eventual moción de censura PNV-EB-Bildu parece esfumarse después de que Agirre sentenciara a muerte al sector de la formación de izquierdas tutelado por su excoordinador general, Javier Madrazo. La sesión de investidura de ayer será recordada por cómo el diputado general saliente desgranó con pelos y señales el listado de puestos y contrapartidas económicas que Madrazo y sus afines pidieron a cambio de sus votos: un crédito de 600.000 euros sin garantías, colocar a 39 afiliados, un puesto en el consejo de administración de Caja Vital...
El rostro visible de la oposición al madracismo, el coordinador general, Mikel Arana, reaccionó situando a las junteras y los afines a Madrazo "fuera de la organización" y lamentando que EB incumpliera el mandato de IU de impedir gobiernos del PP.
A su vez, el ala más soberanista del PNV confirma así su descalabro electoral, al sumar la pérdida de Álava a la de Gipuzkoa, mientras que el sector vizcaíno, más pactista, mantiene intacto su poder territorial, justo cuando se avecina la renovación del presidente del partido y la elección del candidato a lehendakari.
Otro periodista como líder territorial
Dos de las tres diputaciones vascas están en manos de periodistas. A la investidura en Gipuzkoa de Martin Garitano, un articulista ligado a rotativos de ideología abertzale como Egin o Gara, se unió ayer la de Javier de Andrés (Vitoria, 1967), con escasa experiencia por las redacciones. El nuevo diputado general alavés es licenciado en Ciencias de la Información por la UPV, pero su bagaje profesional lo ha puesto siempre en manos del PP. De hecho, a partir de 1995, cuando accedió como jefe de prensa del partido en Álava, inicia un camino muy ligado a la Diputación y a la vida interna de la organización, en la que ahora ocupa el cargo de secretario general.
Afable, dispuesto al trato, metaboliza ahora la agradable sorpresa que le han proporcionado, paradójicamente para un hombre de derechas, los afiliados de EB. Un referéndum de apenas 70 personas de izquierdas le ha permitido sacarse la espina que llevaba clavada desde hace cuatro años. El tiempo transcurrido desde que se estrenó como ganador en las urnas y se quedó sin recompensa. Le ocurrió en la primera oportunidad que tuvo, una vez que Ramón Rabanera le dejó el camino libre para buscar su propio sello en el partido, encabezando la lista del PP a las Juntas Generales. Cumplió con su victoria, pero se perdió en las tormentosas negociaciones que el PSE emprendió a tres bandas para encaramar a Txarli Prieto en el poder. Fue su gran decepción. De Andrés tuvo que morderse la lengua cuando vio cómo Xabier Agirre, tercero en la disputa, se aprovechaba de los recelos socialistas hacia el PP. Otro tanto le ocurrió cuando comprobó que la enemistad política con el líder del socialismo alavés frustraba las posibilidades de una moción de censura.
Perseverante en el intento, este periodista, casado y con tres hijos, con un máster en Hacienda y Finanzas Públicas en la Facultad de Sarriko, se ha sentado esta vez a ver si pasaba el cadáver del enemigo político. Lo ha hecho después de volver a ganar en las urnas, tras una campaña donde se vio salpicado por unas denuncias atribuidas a su etapa como diputado foral de Obras Públicas. De Andrés se ha encontrado con el regalo en la puerta.
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