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Reportaje:

Bailar contra la exclusión

65 jóvenes de Madrid subirán hoy al escenario con la Battery Dance Company de Nueva York, en un proyecto que busca salvarlos de la marginación social

Mucho se ha hablado del exitoso proyecto de las orquestas juveniles de Venezuela de José Antonio Abreu y de la West-Eastern Divan, la orquesta de la concordia palestino-israelí dirigida por Daniel Barenboim. Pero en el terreno de la danza, la Battery Dance Company de Nueva York lleva 30 años luchando por sacar a los jóvenes en situación de exclusión social de las calles de las ciudades para ponerlos a bailar sobre el escenario. Ahora están en Madrid por primera vez con 65 jóvenes en situaciones complicadas, para hacerlos danzar sobre las tablas de la Sala Verde de los Teatros del Canal.

Algunos miembros de la compañía de danza contemporánea neoyorquina han hecho del Centro de Danza del Canal (CDC) su casa y escuela desde el pasado 1 de julio. Divididos en tres grupos, los jóvenes ensayaban ayer las tres coreografías que interpretarán esta tarde en los Teatros del Canal a las órdenes de los bailarines estadounidenses, y que han sido creadas por los propios alumnos.

Se eligieron chicos de institutos con un 40% de riesgo de exclusión social
El proyecto empezó en los colegios públicos de Nueva York hace 30 años

"Escogimos institutos con al menos un 40% de chicos en riesgo de exclusión social, y luego fueron los directores los que eligieron a jóvenes con ganas de no dejarse caer", explica Marcial Rodríguez, coordinador del CDC. Según Rodríguez, estos chicos de entre 15 y 17 años "vienen de familias rotas o tienen problemas en el colegio", pero este experimento ha demostrado que si se les da una alternativa se comprometen. "Temíamos que cada vez vinieran menos, pero no. Los chicos echan aquí seis horas al día hasta los sábados. Esto prueba que cuando algo les interesa, lo hacen", explica Rodríguez.

Alfredo tiene 15 años y, aunque es de Ecuador, lleva en España desde que tenía dos. Con el ritmo en el cuerpo y una cresta engominada, intenta no perderse entre tantos pasos, elevaciones y figuras. Con los profesores, que les hablan en inglés, se entienden a medias. "Nos vamos compaginando a través del baile. De lo que me arrepiento es de que no hayan venido antes", explica Alfredo, que estudia en el instituto Nuestra Señora de La Almudena, en Valdeacederas. Lo que tiene claro es que esto no se acaba con esta semana intensiva: "Si me dejan, seguiré adelante con el baile, porque forma parte de mi vida y es mi manera de relacionarme".

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El coreógrafo Jonathan Hollander está entusiasmado con haber traído a Madrid el proyecto, que ya ha pasado por más de 20 países. "En España ya existe colaboración de la danza con los jóvenes. En otros países estas ideas son más nuevas, pero en España se trata de compartir experiencias con EE UU", explica Hollander, que tiene 30 años de experiencia en proyectos de este tipo en los colegios públicos de Nueva York. La Battery Dance Company acaba de llegar de Israel, donde reunió en un mismo cuerpo de baile a jóvenes israelíes, palestinos y alemanes.

Este proyecto, que viene a Madrid bajo el lema Danza para conectar, está organizado por la Comunidad de Madrid, el CDC, la Embajada de EE UU y la asociación cultural Alas Abiertas. "Esperamos que este tipo de iniciativas puedan provocar que sigan con el baile. Este encuentro no tiene un enfoque terapéutico, sino que constituye un derecho de estos jóvenes a participar de la cultura", explica Mercedes Pacheco, presidenta de la asociación. "Los chicos están felices, muy emocionados. Meterlos en un ambiente de inclusión les permite dominar su propio comportamiento", comenta la presidenta, cuya asociación lleva un año trabajando con estos jóvenes.

Ninguno de los chicos se conocía de antes, pero parece que sean amigos de toda la vida. María, de 16 años y estudiante del instituto del Parque Aluche, cree que "está mereciendo mucho la pena, porque está quedando muy bien". Con una sonrisa de oreja a oreja, confiesa al final del ensayo que ha hecho muchos amigos y que piensan "seguir quedando". Alfredo la espera a su lado para bajar a comer mientras piensa en el día que esto acabe. "Me voy a acordar de las risas, de los buenos momentos, de los tropiezos y de las quemaduras contra el suelo", explica el chico. María, muy seria, va mucho más allá: "Voy a seguir dedicándome a la danza. A partir de ahora, seremos el baile y yo".

Danza para conectar. Hoy en la Sala Verde de los Teatros del Canal (Cea Bermúdez, 1). Entrada libre hasta completar aforo.

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