Poética despedida
Último montaje de Calixto Bieito al frente de la dirección artística del Romea. Con los aplausos, salió, saludó y se despidió con la mano. Parecía emocionado con la ovación que muchos le dedicaron de pie. Y es que ha sido una relación larga, de más de 10 años, con el teatro, por lo que el título del montaje es, cuando menos, oportuno, aunque de hecho siga vinculado a la empresa Focus como director de un nuevo proyecto teatral de ambición internacional que hoy mismo se da a conocer. Desaparecer es un recital poético -y no solo por los textos de Poe que lo estructuran- que empieza y acaba envuelto en niebla artificial. "¡Así cualquiera desaparece!", soltó alguien en las primeras filas. La cuestión es que entre la bruma se vislumbra un piano de cola, a Maika Makovski sentada a él y a Juan Echanove agazapado en un rincón. Dos voces potentes y dos estilos propios. Ella es mallorquina de sangre andaluza y macedonia; es, por lo visto, una de las voces más nuevas del panorama del rock; canta una decena de canciones compuestas para el espectáculo basadas en el desaparecer del título por miedo a enfrentarse a la realidad y, desde luego, tiene una gran presencia y fuerza escénicas. A él le conocemos de sobra. Con Bieito protagonizó Plataforma, el magnífico montaje basado en la novela de Houellebecq, y aquí dice y, sobre todo, sufre los poemas y cuentos de Poe.
DESAPARECER
A partir de textos de Edgar Allan Poe. Traducción: Julio Cortázar. Dirección: Calixto Bieito. Intérpretes: Juan Echanove, Maika Makovski. Romea. Barcelona, 1 de julio. Festival Grec.
Canciones y textos se alternan a lo largo de los 75 minutos de duración del espectáculo. Las canciones de la mallorquina son en inglés y los textos del estadounidense nos llegan en la traducción al castellano de Cortázar, por lo que ambos idiomas se alternan, como también se alternan, pero al revés, los sobretítulos. En algunos momentos, las canciones se comen a los poemas, hasta que llega El gato negro, el espeluznante cuento de terror gótico con el que Echanove se luce y marca el punto álgido del montaje: es el narrador y protagonista alcoholizado presa de sus incontrolables ataques de demencia sádica; es el mismo demonio de la perversidad, el homicida que se inculpa sin querer; es la voz chirriante de la pesadilla. Le sigue el poema narrativo El cuervo, con el que mantiene la tensión dramática, y la cosa, que podría acabar con el "nunca más" del ave parlante, sigue con otro poema y el mismo tema musical que ella interpreta al inicio mientras la bruma vuelve a apoderarse del espacio. Como si Bieito quisiera parafrasear estos versos finales de Poe: "¿Es todo lo que vemos y parecemos, solo un sueño dentro de un sueño?".
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