Italia se pone a dieta
La elevada deuda del país transalpino dispara las dudas de los mercados y fuerza nuevos ajustes de gasto
La crisis financiera ha impactado de lleno en la economía italiana. En dos semanas, las agencias de clasificación de riesgo le han puesto en cuarentena, el Ejecutivo ha aprobado un nuevo plan de ajuste por 43.000 millones de euros y los mercados han revisado su confianza en el país, luego de una década de escasos esfuerzos de consolidación fiscal. El principal problema de Italia es su elevada deuda pública, que en 2010 cerró en el 119% del PIB, según datos de Eurostat. Esta cifra solo está por debajo de la de Grecia, que negocia un segundo rescate económico con la Unión Europea.
No obstante, los últimos 10 años, Italia ha podido convivir con estos elevados niveles de deuda gracias a que ha mantenido relativamente a raya el déficit fiscal. Desde su entrada al euro, y gracias a profundas reformas en el sistema de pensiones, Italia ha logrado mantener este indicador en torno al 3,5%, incluso reduciéndolo hasta el 1,5% del PIB al comienzo de la crisis y al 2,7% en 2008. De hecho, en 2007, la Administración italiana incluso logró reducir su deuda hasta el 103% del PIB, uno de los niveles más bajos en dos décadas.
Las agencias amenazan con rebajar la calificación del país
El problema es que el derrumbe del sistema financiero mundial, sumado a la crisis de deuda soberana de un buen número de economías europeas, redujo el margen de control de Italia sobre su deuda. En estos momentos, los mercados dudan de la capacidad del país para seguir controlando su déficit y las agencias han disparado todas las alarmas. Hace unos días, Standard & Poor's indicaba que la crisis había terminado con "todos los esfuerzos italianos de consolidación fiscal realizados durante la última década", mientras que Moody's ponía en revisión el rating de Italia y de 16 entidades de crédito locales.
Los datos dicen que el año pasado el desequilibrio fiscal italiano llegó al 4,6% del PIB, una leve reducción frente al 5,4% que registró en 2009, el año más duro de la crisis. Esto, principalmente, gracias al primer paquete de recortes impulsado por el Ejecutivo en mayo del año pasado por valor de 25.100 millones de euros. Un plan que consistió, a grandes rasgos, en congelar los sueldos de los empleados públicos hasta 2012, recortar los salarios de los miembros del Gobierno, ajustar el dinero destinado a las regiones y potenciar la lucha contra la evasión fiscal.
No obstante, ante el acoso de los mercados y de la crisis griega, estas medidas han sido insuficientes y han obligado al Ejecutivo a aprobar un nuevo y controvertido plan de recortes por valor de 43.000 millones. La fórmula es, una vez más, prolongar la congelación de los salarios públicos, introducir nuevos ajustes en los gastos de la Administración del Estado, además de imponer una nueva tasa a las transacciones bancarias. El objetivo es tener un 0,2% de déficit en 2014 y bajar del 3% fijado por Bruselas para 2012.
En términos estructurales, la OCDE considera que, junto a los recortes, Italia debe seguir el camino de mejorar la recaudación fiscal. Respecto de las perspectivas de crecimiento, la entidad habla de una "recuperación lenta" impulsada por las exportaciones, la demanda internacional y la dinamización de la inversión. En 2011, el país podría crecer un 1,1%, después del 1,2% de alza del año pasado. Para 2012 se espera un crecimiento del PIB del 1,6%, el nivel más alto en cinco años.
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