Calidad y elegancia

María Luisa Cuevas, gerente de la bodega Ferratus, reconoce que lo suyo fue amor a primera vista; o, mejor, a primer trago. Abducida por el vino y sus circunstancias, dejó las tareas jurídicas en Madrid para encargarse de la nueva aventura empresarial de una familia forjada (nunca mejor dicho) en la fabricación de estructuras metálicas.

La confianza en sí misma, el entusiasmo contagioso con que aborda todo lo relacionado con el trabajo vitivinícola y la enorme capacidad de persuasión explican el éxito de una de las muchas bodegas surgidas en Ribera del Duero en los últimos años, la mayoría a la espera del mejor postor. Claro que María Luisa Cuevas cuenta con buenos argumentos para lograr su objetivo de la calidad y la elegancia en los vinos. Empezando por el enólogo, Benigno Garrido, un técnico serio y riguroso. Juntos forman una pareja profesional sincronizada, que desarrolla su labor en las excelentes instalaciones de la bodega de elaboración. Pero, sobre todo, cuentan con un excelente viñedo de ladera situado en el Pago de Santa Cruz, dentro del burgalés municipio de La Horra, con una edad media de 60 años.

Estamos, por tanto, ante un vino de terruño, aunque con el diseño actual de los tintos poderosos y complejos: aroma intenso, de profunda carga frutal madura y especiada, en diálogo con el roble y sus tostados. Los abundantes y sabrosos taninos llenan la boca y expanden por el paladar su solidaria carga de fruta y mineralidad.