Elena Bonner, la conciencia crítica de un Nobel de la Paz
La viuda de Sájarov fue una activista social en la URSS
Elena Bonner, defensora de los derechos humanos, la viuda del premio Nobel y académico Andréi Sájarov, falleció el pasado sábado en Boston (EE UU) a los 88 años. Hija de un líder bolchevique de origen armenio víctima de las purgas estalinistas, esta mujer enérgica y apasionada tuvo una vida rica en experiencias ya antes de unir su destino al del científico, uno de los padres del programa nuclear militar de la URSS. Ambos se casaron en segundas nupcias en enero de 1972, tras haberse conocido durante el proceso a unos disidentes en 1970.
La influencia de Bonner se considera decisiva en la evolución crítica de Sájarov ante la política de la URSS y también en las simpatías armenias del científico tras la violencia que estalló entre estos y azerbaiyanos en 1988. En sus memorias, Sájarov dice haberse convertido en una persona "diferente" gracias a "Lusia", como llamaba a Bonner. Cuenta que ella le enseñó a prestar más atención a las "victimas concretas de la injusticia" y le presentó a los intelectuales más destacados de la disidencia. Lusia, escribía Sájarov, le enseñó que el reconocimiento de los derechos humanos y la sociedad abierta "son fundamentales para la confianza internacional, la seguridad y el progreso".
El disidente escribió que "Lusia" le hizo una persona diferente
En 1975, recogió el premio a su marido, que tenía prohibido salir del país
En 1975, Bonner recogió en Oslo el Premio Nobel de la Paz en nombre de su esposo, que tenía prohibido salir de la URSS. Sájarov había mostrado, en plena guerra fría, su rechazo a los misiles nucleares, por temor a un conflicto mundial. El castigo no tardó en llegar. El Comité de Seguridad del Estado (KGB) la convirtió en el blanco favorito de las campañas de desprestigio y hostigamiento contra la parejahasta que Mijaíl Gorbachov inició la perestroika en la segunda mitad de los ochenta.
Desde 1980, Bonner compartió con Sájarov el exilio en la ciudad cerrada de Gorki (ahora Nizhni Nóvgorod). Ella fue su cordón umbilical con el mundo, y también el mensajero que iba y venía entre su domicilio en el Volga y Moscú. En el otoño de 1986, la pareja regresó a Moscú después de que Gorbachov hubiera llamado por teléfono al científico. Su vuelta marcó el comienzo de una nueva era de libertad sin precedentes en la URSS.
En aquella época de sueños y esperanzas, Bonner y Sájarov fueron socios fundadores de Memorial, del Grupo de Helsinki y de la Tribuna de Moscú. Tras la muerte del académico en diciembre de 1989, perteneció al Consejo de Derechos Humanos de Boris Yeltsin, entidad que abandonó por su discrepancia con la primera guerra de Chechenia. Residía principalmente en EE UU, pero seguía y participaba en la política rusa y se manifestaba de forma radical sobre los temas que a ella le parecían importantes. En 2010, firmó el manifiesto de oposición Putin debe irse.
Al margen de su relación con Sájarov, Bonner fue un interesante testigo de la accidentada y trágica historia de la URSS. Era hija de Ruth Bonner, una revolucionaria procedente de una familia judía de Siberia, y de Gevork Alijánov, un armenio criado en Tbilisi, que como Stalin había estudiado en un seminario. Alijánov fue uno de los líderes de la revolución bolchevique del Cáucaso y llegó a ser miembro del comité ejecutivo del Komintern cuando allí trabajaban Dolores Ibárruri, Palmiro Togliati y Josip Broz Tito, según cuenta Sájarov en sus memorias.
Nacida en Marv (hoy Turkmenistán) -adonde la revolución llevó a su madre- Bonner vivió en un hotel especial de Moscú cuando su padre era miembro del Komintern. A resulta de las purgas, durante las cuales su madre fue arrestada (1937) y su padre fusilado (1938), se trasladó a Leningrado, donde se empleó en diversos menesteres antes de partir al frente como enfermera durante la II Guerra Mundial. Herida durante la contienda, se desmovilizó como teniente del cuerpo médico. Después, se graduó como médico pediatra en el Instituto Médico de Leningrado, y en 1959 fue enviada a Irak para participar en una campaña de vacunación. Ingresó en el Partido Comunista de la URSS en 1965, pero lo abandonó en 1972, afectada por la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia en 1968. Bonner tenía dos hijos de su primer matrimonio, Alexéi y Tania.
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