Julián del Amo, el imprescindible de la selección
Fue el delegado del equipo durante siete Mundiales, desde Argentina 78
Julián del Amo, el que fue delegado de la selección española de fútbol desde el Mundial de Argentina, en 1978, hasta su jubilación como funcionario de la Federación en 2002, murió el domingo a los 77 años. Su trayectoria en la Federación, nada menos que de 55 años -más de la mitad de la historia de dicho organismo-, deja un recuerdo imborrable entre jugadores internacionales, seleccionadores, directivos y profesionales de los medios informativos.
Había nacido en 1933. Con tan solo 14 años entró a formar parte de la nómina de la Federación. Su primera función federativa fue la de ciclista. Su trabajo consistía en repartir en bicicleta el correo: cartas y documentos a los clubes, a los medios informativos, así como también entradas de partidos internacionales de esas fechas. Seis años después ascendió de categoría y pasó a ser jefe del registro federativo, hasta que en 1978 se convirtió en delegado de la selección absoluta, puesto que desempeñó hasta el Mundial de Corea y Japón en 2002.
Conoció muchas interioridades, pero siempre fue una tumba
En el equipo nacional formó una pareja imborrable con el utillero -el encargado del material-, Antonio García, y además conserje de la federación, fallecido hace años. Los jugadores que han pasado por la selección bien pueden dar idea de lo que representaron estas dos personas para ellos. La imagen de Julián del Amo siempre será recordada en el banquillo de España sentado al lado de los seleccionadores con los que trabajó: Ladislao Kubala, José Emilio Santamaría, Miguel Muñoz, Luis Suárez, Vicente Miera, Javier Clemente y José Antonio Camacho. Pero su labor trascendía una realidad más cercana, sobre todo para los jugadores. Estuvo siempre disponible a su servicio, incluso para tareas tan nimias, entre otras, como comprarles tabaco. Fue la correa de transmisión entre los jugadores y los directivos, cuando hubo que solucionar algún conflicto o más de una diferencia. Fue la mano derecha, y a veces la izquierda, de todos los seleccionadores. Por su cargo conoció muchas de las interioridades de estos últimos y de los jugadores, tanto técnicas como personales, pero siempre fue una tumba y de su boca no salió una confidencia ni una noticia.
Fue un funcionario leal, entregado a sus jefes y a su trabajo. La página web de la Federación recuerda que Julián del Amo "dejó una huella en la Federación por su buen hacer, su profesionalidad y su extraordinaria hombría de bien. Destacó por su eficacia y por un carácter que le hizo acreedor del cariño de todos su compañeros en la empresa y en el mundo del fútbol".
Su apellido continúa en la casa en que pasó la casi totalidad de su vida. Su hijo Jorge es jefe del Departamento de Clubes y Selecciones del Área del Fútbol Aficionado de la Federación.
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