No ha colado
Érase un país con una historia imperial fraguada durante muchos siglos y una belleza inigualable, que no podía caer más bajo que el estar gobernado por un empresario que se creía que con dinero todo lo podía comprar, y que cuando no podía conseguir sus caprichos, o a algún juez temerario se le ocurría citarle a declarar por algún supuesto delito, él no se daba por aludido y respondía que tenía otros asuntos más importantes que resolver. Y, para no ser molestado nunca más, hizo un referéndum en el que entre otras lindezas pretendía sacar adelante la ley del legítimo impedimento, por la cual podría aducir asuntos institucionales para no presentarse a sus juicios. Menos mal que parece que esta vez no ha colado, y que por fin algo se mueve en favor de la dignidad del pueblo italiano. Esperemos que sea el principio del fin de la vida política del hombre que en el referéndum que promovía propugnaba la abstención. ¡Ver para creer!