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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Clarence Clemons, el intenso viento de la E Street Band

Su saxo era la seña de identidad del mejor rock de Bruce Springsteen

Fernando Navarro

Al poco de publicarse Born to run, el disco que catapultó en 1975 al estrellato a Bruce Springsteen, el prestigioso crítico musical Lester Bangs calificó su sonido pletórico como "un recordatorio de lo que es amar al rock and roll como si lo acabáramos de descubrir". Con los sesenta esfumados, la música disco invadiendo las ondas y el punk a punto de poner todo patas arriba, Bangs quedó prendado del aire eufórico de aquel rock romántico y esperanzador, que se estiraba hasta el infinito, con pasión incombustible y fuerza titánica cuando surgía el saxofón de Clarence Clemons. Su intenso viento, el de la E Street Band, era la evocación mayúscula del espíritu del rock and roll que simbolizaba Springsteen.

El solo en 'Born to Run' agrandaba la belleza y el dolor de la canción

Clarence Clemons murió el sábado a los 69 años en Florida, después de las complicaciones derivadas de un derrame cerebral sufrido la semana pasada. El saxofonista fue sometido a varias operaciones en el cerebro y la parte izquierda de su cuerpo quedó paralizada. Los miembros del grupo ya habían sido avisados para que se trasladasen a Florida.

Nada será igual para Bruce Springsteen y los miembros que quedan de la E Street Band a partir de ahora. Se ha ido Clarence, The Big Man, tal vez el saxofonista más ilustre de una banda de rock sobre un escenario, el tipo alto y fornido de la amplia sonrisa, de las bromas con el Boss. En aquella portada de Born to run, en una fotografía en blanco y negro, Springsteen aparece con su Fender Squire colgando, apoyado en la espalda de Clemons, que sujeta su saxo. Era la estampa de la inocencia del rock, que evocaba aventuras y anhelos para el viaje personal de cada oyente. La imagen perfecta para ilustrar sus solos de saxo, que fueron algo más que un magnífico adorno musical en la E Street Band: ensanchaban el alma y simbolizaban la esperanza.

Nacido en Norfolk (Virginia), fue hijo de un ministro baptista que pensaba que el rock and roll era cosa del diablo. La música góspel y el R&B de los cincuenta influyeron en él. The Coasters, Otis Redding, Dion & The Beldmons fueron algunos de los artistas escuchados por un joven Clemons, aunque, a la hora de dedicarse a lo que más le gustaba, prestó atención al trabajo de saxofonistas como King Curtis o Junior Walker. Por sus grandes dimensiones, muchos le aconsejaron en la Universidad que se dedicara al fútbol americano, pero él siempre llevaba el saxo en el maletero de su coche. Era su verdadera pasión.

Clemons conoció a Springsteen en una de las actuaciones que el cantante tenía por aquellos años con la Bruce Springsteen Band. Y pidió tocar con él. Amante del soul y el rock primigenio de los cincuenta, el Boss vio la oportunidad ideal para ampliar su espectro sonoro. A partir de entonces, comenzó una relación mágica para ambos. Una extraordinaria camaradería y simbiosis musical, también con su punto de desencuentro, cuando el cantante decidió disolver la E Street Band a finales de los ochenta. El saxo de Clemons podía dar un punto canalla y vitalista al espíritu callejero y naif de Greetings from Asbury Park y The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle; podía agrandar la belleza y el dolor en Born to run; cortaba como un cuchillo afilado en Darkness on the edge of town o suponía un chorro refrescante, de contagioso soul en composiciones genuinas de rock and roll en The river.

En 1983, inició su carrera en solitario, paralela a la pertenencia a la E Street Band, con la publicación de Rescue. Esta carrera, en la que mostró su amor por el soul y el funk aunque pasados por el tapiz algo insulso de los ochenta, apenas tuvo repercusión y aportó nada interesante más allá de Hero (1985). Desde entonces, solía tocar con su banda en garitos de la costa este de EE UU. En Nueva Jersey, no era difícil encontrar actuaciones de su grupo The Temple of Soul entre los descansos que le dejaban las giras y grabaciones con la banda de la calle E.

Sus colaboraciones más emblemáticas, por ofrecer lo mejor de su viento embriagador, fueron sus aportaciones en los discos de Gary Us Bonds, Dedication y On the line. Además, Martin Scorsese contó con él para New York, New York y se le vio en Blues Brothers 2000. En la pequeña pantalla, apareció en Nash bridges y The wire.

La última actuación de Clemons con la E Street Band fue en diciembre de 2010 en el Estado de Nueva Jersey. The Big Man debía tocar el himno estadounidense antes del segundo partido de la final de la NBA entre Dallas Mavericks y Miami Heat hace dos semanas, pero tuvo que renunciar por una lesión en la mano. Desde hacía años, sus achaques eran evidentes. Necesitaba descansar en una silla en los conciertos y le costaba atinar con algunos solos.

El alma de la E Street Band ha quedado troceada, aún más que cuando se fue Danny Federici, teclista original de la banda, fallecido en 2008. Nada será igual. La banda no tendrá ningún sentido. Los solos de Clemons en canciones tan emblemáticas como Rosalita, Jungleland, Born to run o The promise land eran una seña de identidad. Para la gran mayoría, la seña de identidad del mejor rock de Springsteen. Su aire esperanzador, tierno, cálido, intenso, infinito, cercano. Era el saxofón de Clarence Clemons, recordando, como diría Lester Bangs, lo que es amar el rock and roll.

Clarence Clemons y Bruce Springsteen, durante un concierto en Múnich en 2009.
Clarence Clemons y Bruce Springsteen, durante un concierto en Múnich en 2009.CHRISTOF STACHE (AP)

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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