Sada saca brillo al 16º título del Barça
El base culmina su fenomenal temporada y decanta un partido tenso y ultradefensivo en Bilbao
Sada no paró hasta que se salió con la suya: hacer campeón al Regal Barcelona. Su empeño, su acierto, su inteligencia, su eficacia..., dieron brillo al título de un equipo que logró plasmar en la cancha su teórica y reconocida superioridad ante un Bizkaia Bilbao que no desmereció de su papel de equipo correoso, muy capaz de la hazaña más insospechada, como demostró semanas antes frente al Power Valencia y el Madrid. No pudo con el Barça, ni siquiera consiguió brindar un título a su impagable afición, pero no cejó en su empeño y exigió muchísimo a un rival de gran empaque. Tal vez no estuvo al máximo. Tal vez le faltó el acierto demoledor de partidos anteriores. Pero, al margen de sus propios errores, debió de pesar muchísimo la tremenda exigencia que, a su vez, le planteó el Barça, cuyo mérito, más allá del talento de sus estrellas, estribó en la seriedad y el perfeccionismo con el que se tomó la batalla. Gracias a ello sacó adelante un partido que se le atravesó en varias ocasiones y gracias a ello puede alzar el título por 16ª vez, tras no haberlo alcanzado la temporada pasada, pero después de haberse adjudicado en la actual los ocho partidos que disputó en las eliminatorias por él ante el Unicaja, el Caja Laboral y el Bizkaia Bilbao.
BIZKAIA BILBAO 55 - REGAL BARCELONA 64
Bizkaia Bilbao: Jackson (8), Blums (5), Mumbrú (14), Hervelle (8), Mavroeidis (0) -equipo inicial-; Warren (4), Fisher (5), Banic (6), Hernández-Sonseca (0) y Vasileiadis (5).
Regal Barcelona: Sada (6), Navarro (16), Anderson (10), Lorbek (7), Perovic (2) -equipo inicial-; Ricky Rubio (0), Lakovic (0), Vázquez (4), Ingles (6), Ndong (9), Morris (2) y Grimau (2).
Árbitros: Arteaga, Pizarro y Conde.
Bilbao Arena: 8.682 espectadores. Navarro fue elegido mvp de la final.
El oficio y los recursos de los azulgrana fueron determinantes en el último cuarto
El encuentro, de una intensidad defensiva descomunal, no fue bonito. El Bilbao trató de jugársela con Jackson y Mumbrú, pero con suerte desigual. El base quiso trató de entrar de una vez por todas en una final en la que su desacierto en el ataque pesó como una losa a su equipo. Volvió a fallar más de la cuenta. Pero Mumbrú se adueñó de las acciones ofensivas del Bilbao. Pidió el balón y le hizo un lío a Anderson, sobrepasado por su juego de espaldas al aro y la agresividad de sus entradas a canasta. El Bilbao llegó a alcanzar ventajas esperanzadoras: 19-12 y 25-19. Pero el Barça, muy remiso en los lanzamientos exteriores, con un desolador 0 de 10 inicial en los triples, sobrevivió a base del rebote en el ataque y por supuesto del talento de jugadores como Navarro, Lorbek y Ndong. Y con una defensa excepcional. En eso rivalizaron ambos equipos. Al Bilbao le costó muchísimo anotar cerca del aro. Al Barça le costó afinar su mirilla. Cuando lo consiguió, emprendió un trote irresistible. Con tres triples consecutivos abrió una brecha importante: 33-41.
Entonces, si cabe, aumentó la trascendencia de la inspiración de algunos jugadores. La encontró por fin Jackson, que anotó tres canastas consecutivas. Pero, tal como llegó, se desvaneció. A partir de ese momento, Navarro y Sada manejaron la tensión que presidió el último cuarto con un marcador muy igualado, con diferencias cortas casi siempre. Pero el oficio del Barça fue más evidente en ese tipo de situaciones.
En el intercambio de fallos, el Barcelona falló menos. En el intercambio de canastas, anotó más. Banic dio la última ventaja a su equipo, 51-50, pero a partir de ahí, el Barça puso la directa y ya no dio opción alguna a su rival. Las diferencias fueran cortísimas en todo momento, pero Navarro, Ingles y Lorbek ya no permitieron que el Bilbao se rehiciera.
Entonces, y antes, siempre hubo un jugador omnipresente. Sada dirigió a su equipo, dentro de la dificultad de un partido tan trabado en el que el Barça acusó muchísimo las pérdidas del balón. Pero Sada marcó bien a Jackson, lanzó con decisión a pesar de que ese no es su fuerte y, sobre todo, dio asistencias y reboteó más que nadie. Ocho rebotes capturó. Insólito en un base. Su esfuerzo, su despliegue físico y su inteligencia deslumbraron en medio del fragor de la batalla. Xavi Pascual no lo dudó. Le dio casi el triple de minutos que a Ricky Rubio, muy gris en el que posiblemente fuera su último partido con el Barça antes de recalar en la NBA.
Le dieron el premio de mejor jugador de la final a Navarro, muy merecidamente, pero, si se lo hubieran otorgado a Sada, el propio Navarro lo habría aplaudido. El jugador tal vez más sobrio y humilde del lujoso plantel del Barça fue el más decisivo ante un Bilbao muy meritorio, pero inexorablemente inferior.
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