Cóctel 'vitriolov'
El vitriolo es a este libro lo que la gasolina al famoso invento del general Mólotov. Ucranio de Ivano-Frankivsk, Yuri Andrujovich (1960) se propone incendiar el maltrecho escenario en que se convirtió el último Moscú soviético y lo consigue por el implacable procedimiento de relatar la cruda realidad de un estudiante procedente de la "provincia" imperial. La piedad -ingrediente imprescindible en toda cosmogonía eslava- queda para el final, de modo que el lector puede disfrutar del placer de la destrucción sin renunciar al placer de la creación (novelesca). Entre 1989 y 1991 el Estado soviético se viene definitivamente abajo y la escasez de alimentos discurre en paralelo a la decepción política y al desquiciamiento de 3 generaciones y 17 repúblicas de la Unión. Andrujovich sitúa a su álter ego, el poeta dipsómano Otto von F, en una residencia de estudiantes -los obshezhytie donde se formaron profesionales y diplomáticos de casi todo el mundo al calor del internacionalismo proletario y la amistad entre los pueblos-, una colmena con olor a vodka y arenques que bien podría albergar el gran museo de la cultura cotidiana de la era de los soviets. Igual que Markosián-Kásper contó en su fulgurante Penélope cómo se desmoronó la periferia de la URSS, él cuenta con inteligencia y elogiable autocrítica a los mitos ucranios cómo se disolvió el epicentro, la mítica tercera Roma. Esta Moscoviada se presenta como sinfonía cacofónica pero es también un epitafio lírico, vitriólico y sentimental a los sueños de la última generación de jóvenes soviéticos que tuvo que sobrevivir al osito Misha, la guerra de Afganistán, Chernóbil y el estraperlo. El protagonista salta los muros del Instituto Gorki (de la literatura universal) para ir de compras al Detski Mir (los grandes almacenes El Mundo del Niño) y se sumerge después en las cloacas de Lubianka (el edificio del KGB por antonomasia, llamado El conservatorio porque allí todo el mundo cantaba), construyendo un delirante itinerario por los infiernos del Estado. Un libro necesario para explicar las colas ante los comercios, la exacerbación de la picaresca y la proliferación del mercado negro, la psicosis por conseguir billetes de avión ("sólo de ida", decían los chistes) y la idealización de un exterior que luego resultó menos idílico de lo que las insuficiencias soviéticas pronosticaban.
Moscoviada
Yuri Andrujovich
Traducción de O. Golyak y F. Guerrero
Acantilado. Barcelona, 2011
216 páginas. 18 euros
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