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Columna
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Sombras de Sol

Mientras las liebres discutían apasionadamente sobre si era de galgos o podencos la jauría que se les echaba encima, llegaron los canes y desbarataron la pacífica asamblea y los lectores de la fábula nos quedamos sin saber de qué raza eran los perros y quién había patrocinado la expedición de caza. Sombras de Sol, cegados por la deslumbrante convocatoria asamblearia, ingenuos y entusiastas, la mayoría de los convocados a través de las redes sociales o atraídos por el reflejo en los medios de los eventos del 15-M, se lanzaron a la vorágine, no tenían nada que perder salvo el futuro, ni siquiera eran propietarios de sus cadenas hipotecadas, la mercancía humana se rebelaba contra los mercaderes de la banca y de las finanzas y sus intermediarios políticos.

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Lo malo de la política es que o la haces o te la hacen, creo que Lenin dijo algo así en alguna ocasión, o por lo menos alguien me dijo que lo había dicho en una de aquellas asambleas universitarias de finales de los años sesenta en las que también se repetía mucho que apolítico significaba imbécil en una de sus primeras acepciones, pues solo los imbéciles podían considerarse completamente ajenos a los asuntos de la gobernación de la polis, asuntos propios.

Otro axioma con visos de irrefutable que ha llegado hasta nuestros días expresaba que todos los que niegan la vigencia de los conceptos de izquierda y derecha son obligatoriamente de derechas. La propia derecha condicionada por el desprestigio de su denominación en un país que acababa de salir de una dictadura (no totalitaria, según el diccionario) abominó del derechismo, hoy con lo más que se despachan es con el centro-derecha, volvamos al oxímoron, un centro escorado a la derecha o a la izquierda deja de estar centrado, por mucho que se proclame "centrado en ti".

Sombras de Sol, la lluvia pertinaz disuelve y aplaza las asambleas enredadas en el bucle. "Hemos pecado de jipis", dice un portavoz de la asamblea, "las comisiones, por humildad, tienen miedo de hacer uso del poder que les dan las actas". Ante el franciscanismo jipi, los hermanos lobos se ceban en las concentraciones, "esto está lleno de infiltrados". Cunde la desconfianza y toman cuerpo las dudas razonadas sobre los propios orígenes del movimiento, los quintacolumnistas infiltrados podrían haber estado en la primera línea de la convocatoria.

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Se habla de la revolución, contrarrevolución naranja, de algunos países del Este europeo, de la sombra del oscuro y sectario Partido Humanista, de la extrema derecha y de la CIA. Entre los autoproclamados padrinos y mentores del 15-M, Enrique Dans, bloguero, asesor de comunicación y portavoz de No les votes analiza el movimiento como una prolongación del activismo contra la ley Sinde, banalizando los contenidos revolucionarios de la spanish revolution en un reduccionismo perverso. Lo de spanish revolution es también una etiqueta reduccionista y banalizadora, suena a La Roja, y a titular de prensa amarilla. Tras un proceso de infiltración de manual, la policía ha detectado a 60 radicales en las concentraciones de Sol. ¿Solo 60? ¿Y los demás que son?, jipis o infiltrados. Las asambleas solidarias del 15-M exigen reformas radicales que algunos quieren convertir en paños calientes.

Resaca en Sol, recelo y rumores, en su palacio Esperanza Aguirre se viste con la maglia rosa de Contador, la contrarrevolución rosa avanza con sus jaurías. La pregunta está en el aire: ¿Adónde irá a parar todo esto? Responden los nihilistas: a ninguna parte pero ninguna parte es mejor que este sitio en el que nos encontramos.

Los sitiados de la Puerta del Sol no tienen futuro, pero el futuro -recordaba ante la asamblea García Calvo- es la muerte, muerte hipotecada, muerte a plazos. No hay futuro ni resulta recomendable mirar al pasado, todo pretérito es imperfecto, todo futuro es subjuntivo, condicional. No es momento para preguntarnos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, lo importante es que no nos lleven de la correa los vendedores de futuro y los manipuladores del presente. Llueve sobre la Puerta del Sol como llueve sobre mi alma que dijera Verlaine, la primavera que siempre luce hábitos prestados hoy se ha vestido de otoño y el bucle se ha puesto melancólico, chubascos perversos pero pasajeros, tal vez una pausa para meditar sobre galgos y podencos. Ladran, luego cabalgamos, o mejor dicho, saltamos como liebres o al menos como gatos callejeros.

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