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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Crisis y Mercados

Desde que comenzó la crisis y a medida que hemos sufrido sus tremendas consecuencias, una vez comprendidas las razones que la impulsaron así como las dificultades para lograr que la actividad se recupere, se han planteado y siguen planteándose muchas y nuevas preguntas. Una que se repite cada vez más tiene que ver con el poder de los mercados y, más en general, el dominio que el poder económico está adquiriendo frente al poder político.

El movimiento 15-M se ha hecho eco del malestar que provoca que el bienestar de las personas individuales dependa de la presión que "unos mercados", que se visualizan como fuerzas oscuras que operan de acuerdo a reglas no conocidas, ejercen sobre el poder político que se ve obligado a someterse a sus dictados. Preocupa que fuerzas económicas campen por sus fueros sin ningún control, y preocupa porque siempre hemos sabido, y así lo enseñamos en la Universidad, que la conjunción de la persecución del interés individual, sin ninguna cortapisa, no va a conducirnos, en general, a resultados, que, desde el punto de vista social, pudieran ser considerados como beneficiosos. Las ocasiones en que los mercados, por sí solos, consiguen efectos colectivos favorables tienen que ver con situaciones en las que los intereses individuales y corporativos operan a través de instituciones, reglas, y mercados, que están bien regulados; lo que a su vez implica muchas restricciones en términos de información, de gestión de la incertidumbre, de funcionamiento de la competencia, de asignación de derechos, etc.

Preocupa que fuerzas económicas campen por sus fueros sin ningún control
No hemos sido capaces de crear un modelo que nos proteja a todos frente a la codicia de unos pocos

En la actual situación nada de esto se ha satisfecho. De hecho, y estamos cansados de oírlo, el detonante de la crisis global fue una mala regulación, o según se mire, una falta de regulación del sector financiero que propició la asunción de unos riesgos excesivos y de una burbuja, que al explotar, hizo sentir sus mayores efectos a los que se quedaron sin ahorros (vivienda), sin medios de subsistir (sin trabajo) y a los más débiles. Nada de esto tenía que haber ocurrido. Se tenía que haber previsto y evitado pero los responsables políticos no estuvieron a la altura y no fueron capaces de aceptar esa verdad tan evidente que nos enseña que los mercados, sin una buena regulación son, en lugar de un mecanismo eficaz para lograr riqueza y bienestar -para unos pocos que luego el sector público tendrá que encargarse de repartir de forma más equitativa-, un mecanismo que falla y que, en este caso, nos ha conducido a la peor crisis de las últimas décadas.

Se entiende que los jóvenes se rebelen y se declaren, junto con otros no tan jóvenes, indignados por lo que está ocurriendo y que haya una revuelta ideológica que ponga en primer plano la clarificación de responsabilidades: quién debería hacer qué y cuál es el sistema económico que propicia que el bienestar logrado se reparta entre todos si no igualitariamente si al menos de forma justa o equitativa. Y se agradece que la gente se preocupe acerca de cómo es posible lograr que el poder económico, con todo su potencial de creación de riqueza, no se convierta en una hiedra que consigue lo que quiere a base de provocar sufrimiento a una gran mayoría de personas que no son defendidas por quien debería hacerlo, el poder político democráticamente ejercido.

Una vez diagnosticado el problema, el mercado o los mercados valen para lo que valen, pero no para lograr, sin regulación, un crecimiento sostenido, sostenible y justo, y habremos de reconocer que su solución no es sencilla. Las reglas de funcionamiento de los mercados, en este mundo global, no siempre se determinan a nivel local. La cooperación a nivel internacional es imprescindible sobre todo cuando hay movilidad (caso del capital financiero) y es aquí donde deberíamos tenerlo claro. Se ha hablado mucho sobre la falta de gobernanza eficaz a nivel europeo, y es cierto. No hemos sido capaces de desarrollar un modelo que nos proteja a todos frente a la codicia de unos pocos. Y no lo hemos sido no tanto porque no podamos compartir ideas económicas sino porque, desde un principio, en lugar de construir una Europa para todos nos empeñamos en construir una Europa donde cada Estado garantizase que su propio territorio y sus ciudadanos no iban a salir perdiendo. En la construcción de Europa no se jugó un juego cooperativo donde se diseñara una "nueva institución" desde cero y sin imposiciones. Y estamos pagando por ello. Quizá ahora no nos quede más remedio que cambiar de actitud. Si conseguimos arreglar nuestro propio terreno de acción, tendremos más fuerza para convencer a otros de que los mercados no regulados no nos llevaran por buen camino, que los nuevos instrumentos financieros, que surgieron al albur de la fuerte innovación que este sector experimentó en las últimas dos décadas, tienen que ser analizados con detalle y premura (como lo están siendo) y que la alternativa de los mercados regulados tiene su dificultad. Entre quedarse demasiado corto en la regulación o pasarse demasiado hay sólo un pequeño intervalo y no todos los mercados exigen lo mismo. Las enseñanzas de un terremoto como el que estamos viviendo deberían ser duraderas en términos de regulación inteligente y gobernanza global efectiva.

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