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Reportaje:

Peinado y sus fantasías creativas

El pintor malagueño inaugura en Málaga La casarosa, un nuevo centro de arte

Recibe Francisco Peinado (Málaga, 1941) revisando cada detalle de la que va a ser su primera exposición en su ciudad natal desde hace dos años. Queda aún un día para que la muestra Carne de camello, una selección de 12 obras recientes del pintor, dé la bienvenida a quienes se acerquen esta noche a la inauguración de un nuevo centro de arte en Málaga, La casarosa (República Argentina, 23), una iniciativa del abogado Juan Ramón Fernández-Canivell y de Paloma Navarro, codirectores de este espacio.

Los óleos de Peinado lucen ya en el salón de esta palaciega casa situada en El Limonar, una de las zonas nobles de la capital malagueña. Entre el caos de los preparativos de última hora, Peinado se muestra tranquilo, satisfecho de que hayan contado con él para el bautizo de esta galería, que se suma a la proliferación de espacios dedicados al arte que ha vivido la capital malagueña en los último años.

"La verdad es que ha habido mucha movida, pero creo que es bueno para la ciudad. A mí me gustan mucho los museos", sentencia este confeso enamorado del Museo del Prado y del Centro de Arte Reina Sofía que, sin embargo, aún no ha visitado el Museo Thyssen de Málaga, recientemente inaugurado. "Había demasiada gente en la inauguración, pero ya iré", apunta socarrón.

En Carne de camello, Peinado transita por su particular forma de entender la realidad en una especie de surrealismo, ese que hace que no se tenga duda de estar ante un peinado. Obras que expresan sus emociones sin seguir un razonamiento lógico. "Todo depende de mi estado de ánimo. La seguridad me lleva hacia lo figurativo y la intranquilidad hacia lo abstracto", explica Peinado ante su obra Carlos V (2010). "Es un cuadro muy potente y muy directo", según el pintor, en el que una descomunal plancha parece imprimir una figura humana en una gran cama.

"Tras convivir con el cuadro me recordó mucho a la figura de Carlos V que pintó Van Dyck y que está en el Prado", razona Peinado, quien asegura que la utilización casi constante en sus obras de una simbología llena de elementos imaginarios, irreales o sobrenaturales surge "de la lucha entre la materia, la idea y el estado de ánimo".

Algo que se plasma en Resurrección (2010). "Es la primera vez que utilizo estas pequeñas figuritas humanas, algo que surgió de la lucha entre la materia y el cuadro. Nunca nada es fijo", afirma señalando a unos personajes con los brazos en cruz. Y es que, según apunta Fernández-Canivell, a Peinado se le puede encajar "como figurativista en la expresión y abstraccionista en la imaginación", con un lenguaje "de signos y de símbolos que se repiten, aunque transformándose a lo largo de su obra".

Junto a Carne de Camello, el nuevo centro exhibe en otra sala Los amores amarillos, 10 grabados realizados por Salvador Dalí en 1974. "La serie es un homenaje que rinde Dalí al poeta bretón Tristán Corbière, al que Verlaine incluyó en los llamados poetas malditos. Dalí decide ilustrar el único trabajo que dejó publicado, 100 años después de su prematura muerte por tuberculosis a los 29 años", cuenta Jaime Cruz, gerente de La casarosa.

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