Sinsabores de la experimentación
El grupo Battles, cuyo vocalista dejó la banda tras un exitoso debut, presentó su segundo álbum, 'Glass drop', en el Primavera Sound
Aparecieron en 2006. Provenían de diversos proyectos de música experimental desarrollados durante la década de los noventa. Habían llegado tarde, o con la ropa inadecuada, a la eclosión del posrock, y parecía aún demasiado pronto para la conversión de lo experimental en esa música que, finalmente, las grandes minorías abrazarían con el fervor posmoderno del que sabe que no necesita entender nada para parecer listo. Su disco de debut, Mirrored, bebía del metal más arriesgado, del jazz más obtuso y del rock más matemático.
A pesar de tan aparentemente indigesta receta fue un éxito. Editado por el prestigioso sello Warp, marca de calidad adosada a nombres míticos como Aphex Twin, Battles se convertían en unos de los principales epígonos de la recuperación de cierto gusto por la elaboración científica dentro de los parámetros del rock alternativo. Y entonces, todo se fastidió. Tyondai Braxton, líder del combo, y elemento clave para convertir su aparentemente trasnochada aproximación musical en algo con aspecto de rabiosa actualidad, dejó la banda.
En los 12 temas no hay rastro de una banda que estuvo asomada al abismo
El uso de tecnología, la imaginación y la falta de escrúpulos son su mayor virtud
Cuatro años después de la edición de su debut, y tras nueve meses de la deserción de Braxton, Ian Williams (guitarra) se sienta en una mesa del hotel Princess de Barcelona con la ardua tarea de explicar un disco, Glass drop, sobre el que ni él mismo parece aún tener una opinión formada. "Nos tuvimos que reubicar. No voy a esconder el hecho de que las cosas son diferentes. Solo debemos asegurarnos de que convertimos la nueva realidad en algo atractivo. Perder al cantante ha sido un accidente inesperado, pero la clave se encuentra en celebrar los accidentes y tratar de sacar algo bueno de ellos", explicaba horas antes de ofrecer un sorprendente concierto en el Festival Primavera Sound.
Mediante el uso de la tecnología, la imaginación y la falta de escrúpulos, consiguen convertir la necesidad de Braxton en prácticamente la mayor virtud de la actual realidad de la banda. "Llegamos con una declaración de principios y un puñetazo sobre la mesa. Pero esa energía se fue difuminando", relata Braxton. "Perdimos el hambre, o al menos, algunos de nosotros parecían haberla perdido. Por definición, nos obligamos a un nivel de compromiso que es complicado de mantener. Y no fue hasta que nuestro cantante se fue que lo recuperamos. Espero que no debamos perder un miembro cada vez que editemos un disco".
Glass drop cuenta con las colaboraciones de Gary Numan, Kazy Majino (Blonde Redhead), o Matías Aguayo, vocalista en el tema Ice cream, el primer single del álbum y cuyo videoclip ha sido grabado en Barcelona por la productora Canada. Según Williams, ese día de rodaje ha sido prácticamente el único momento de relax que ha tenido la banda en el último año y medio. Acostumbrados a funcionar mediante ensayo y error, Battles se descubrieron ensayando mucho y errando sin parar. No lograban pasar al siguiente estadío, el que convierte las ideas en canciones.
Curiosamente, el álbum es mucho más luminoso y accesible que su debut. En sus 12 temas no hay prácticamente rastro de una banda que se ha pasado más de un año asomada al abismo de la desintegración. "Fuimos a grabarlo a un estudio en medio de una horrorosa zona industrial, llena de cemento y residuos. Si nos dejábamos llevar por todo eso, moríamos. La respuesta instintiva fue aferrarnos a la música y dotarla de los elementos positivos que nuestra realidad no tenía. El disco es como aquellos momentos en que cierras los ojos y sueñas un mundo mejor".
Al enfrentarse a una audiencia que espera de ellos no solo algo superlativo, sino también sorprendente, Williams parece empezar a volver a tener claro qué quiere y espera de su propia banda: "Muchos grupos empiezan haciendo música muy interesante y luego, poco a poco, van creando algo más accesible y menos interesante. De este proceso, el momento que más atractivo me parece es aquel en el que estás creando algo más fácil de digerir, pero que aún es creativo. Estamos ahí. En unos años, pensaremos en este disco y lo veremos como aquellas vacaciones en que te pasaste todo el día enfermo en la cama. Fueron una mierda, pero al recordarlas, sonríes y piensas que te lo pasaste bien. Al fin y al cabo, eran vacaciones".
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