"El entrenador tiene que ser el líder y los jugadores deben seguirle"
Zeljko Obradovic es un ganador en todos los ámbitos. Además de que como entrenador ha ganado dos Recopas y un sinfín de Ligas y Copas, como seleccionador de Yugoslavia ha sido campeón mundial en 1998 y europeo en 1997, así como subcampeón olímpico en 1996.
Pregunta. ¿Lo suyo es vocacional?
Respuesta. Empecé muy pronto, en una escuela de mi pueblo. Lo más importante se produjo en 1973, cuando Yugoslavia ganó el Europeo en Barcelona. En aquel equipo estaba Dragan Kikanovic. Y, claro, si tienes un tipo que es de tu ciudad jugando como él, un monstruo pese a que solo tenía 20 años... Eso supone un estímulo enorme.
P. Años después, en 1991, usted tuvo que renunciar a jugar un Europeo cuando precisamente Kikanovic, siendo director deportivo del Partizán, le ofreció el cargo de entrenador.
"Si un jugador te pregunta y no tienes la respuesta adecuada, tienes un problema" "No protesto más que otros. Sigo un consejo: si quieres respeto, debes respetar"
"No me tienta la NBA ni he tenido ofertas. Es otro mundo. Estoy muy feliz en Europa" "La ACB no es un reto pendiente. Si debo volver, me encantaría. Es un torneo que amo"
R. Yo estaba concentrado en Croacia con la selección de Yugoslavia. Me llamó Kikanovic y me ofreció ser entrenador. Pero tenía que renunciar de manera inmediata a jugar con la selección. Lo estuve pensando toda la noche. Yo quería ser entrenador. Todos, menos Kikanovic y un amigo, Radmilo Misovic, me decían que era una locura. Pero acepté.
P. Era muy joven.
R. Tenía 30 o 31 años y ofertas para continuar jugando, buenas ofertas, con buen dinero. Pero yo, a la vez que jugaba, ya entrenaba en mi pueblo y también lo hacía cuando estaba en el Partizán. Sabía que iba a ser entrenador un día, sin duda. Claro, lo que no sabía era cómo iba a salir. Era un riesgo.
P. Ya se bromea con la frase de que el baloncesto es un deporte que juegan cinco contra cinco y gana el equipo de Obradovic.
P. No, no... Hombre, sí, mis equipos han ganado muchos títulos y eso se lo agradezco a mis jugadores. Sin ellos es imposible. Soy feliz porque trabajo con gente que me entiende y que entiende que lo más importante en este trabajo es tener todos la misma filosofía.
P. Algún factor diferencial habrá porque ha conseguido éxitos con equipos muy diferentes.
R. Creo en una filosofía de trabajo, en que los jugadores te crean. Si vas a entrenar, un jugador te pregunta algo y no tienes la respuesta adecuada, empiezas a tener un problema como entrenador. Cuando cogí el equipo del Partizán, hace 20 años, me pasé tres meses sin dormir pensando en eso. El trabajo de un entrenador, como yo lo entiendo, es corregir, corregir muchas veces durante un entrenamiento. Y los jugadores deben entenderlo. Es la única manera de mejorar. Para ello tienes que escuchar, digo yo, a la persona más importante que hay en un equipo, en todos los sentidos. El entrenador tiene que ser el líder y los jugadores deben seguirle.
P. En esta Euroliga, ¿hubo un punto de inflexión tras una derrota contra el Valencia?
R. Eran momentos en los que entendí que teníamos nuestras posibilidades, aunque en la primera fase perdimos tres partidos y todos de la misma manera, en el último minuto. Y en el top 16 pasó lo mismo. Hablé con mis jugadores. Trabajamos en esos detalles. Para acabar el top 16, volvimos a perder, en casa, por un punto ante el Lietuvos y eso hizo que tuviéramos que jugar en cuartos contra el Barça.
P. Y volvieron a perder el primer partido por un punto.
R. Sí. Entré en el vestuario y les dije a mis jugadores: "Lo único con lo que yo me quedo de este partido, y que espero que entendáis, es que podemos ganarles tres partidos". Y así fue. Conseguimos jugar bien y ganar esos tres partidos, que fueron muy duros. El Barça es un equipazo. Tuvimos que jugar con mucha energía y con mucho desgaste mental y físico. Los partidos fueron épicos.
P. ¿Le molestan las críticas por su manera de protestar y dirigir los partidos?
R. Yo lo único que intento es ayudar a mi equipo. No he hablado ni una palabra sobre el arbitraje. Sí, la gente de Barcelona habló de eso. No he protestado más que otros entrenadores. La gente que me conoce sabe que soy muy educado. Sigo el consejo que me dio mi padre: "Si quieres que la gente te respete, tienes que respetar a la gente".
P. ¿Cuál es su situación contractual?
R. Tengo un año más con el Panathinaikos.
P. ¿Qué le motiva a seguir tantos años en el mismo equipo?
R. Llevo 12. Para trabajar y sentirse bien, se necesitan muchas cosas. Yo, en Atenas, tengo todo lo que necesito para ser feliz: mis jugadores, me gusta la ciudad, tengo vuelos cada día si necesito viajar a Belgrado y mi relación con el dueño del equipo y con la afición es muy buena. Desde que llegué, hemos jugado 26 finales y hemos ganado 21 títulos. Es muy importante que la gente reconozca lo que hemos hecho.
P. Pero tiene ofertas.
R. A mí no me gusta hablar, y menos si tengo contrato. Durante todos estos años, hablaba con mi presidente un minuto sobre mi contrato. Muy fácil, muy rápido. No se trata del contrato, sino de la confianza y el respeto que existe entre nosotros. Se habla de ofertas, pero ni siquiera las escucho. Me debo al Panathinaikos.
P. ¿Le gusta la continuidad de un núcleo de jugadores?
R. Sí. Tsartsaris, Diamantidis, Batiste y Fotsis y también Perperoglu llevan mucho tiempo aquí. La gente joven es necesaria porque te da cosas diferentes. Pero estos, aunque llevan muchos años y muchos títulos aquí, siguen teniendo hambre de ganar. Eso, como entrenador, me facilita la vida, aunque es una regla de la vida y del baloncesto: hay que cambiar.
P. ¿No le tienta irse a entrenar a la NBA?
R. No. Ni he hablado ni he tenido ofertas. Estoy muy feliz en Europa. Es otro mundo. Uno tiene que estar de verdad muy preparado para la NBA, aunque creo que hay entrenadores en Europa que, sin ninguna duda, pueden trabajar allí; que están listos y preparados. Ojalá que se vayan y triunfen, como hizo Mike D'Antoni, que se formó en Europa.
P. ¿Es la ACB su asignatura pendiente?
R. No pienso así. He estado cuatro años en España; he ganado la Euroliga con el Joventut y con el Madrid; la Recopa; he estado en finales... Si un día mi destino es volver a la ACB, me encantaría porque es un torneo y un país que amo. Todavía tengo casa al lado de Barcelona y paso los veranos allí, pero, de momento, soy del Panathinaikos.
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