La geometría del sufrimiento
Los rivales explotan el revés cruzado sobre la derecha de Nadal, a quien hoy espera Ljubicic
Marc López, El Boleta, tiene una misión concreta: disparar una y otra vez un planísimo revés cruzado sobre la derecha de Rafael Nadal, su amigo. Ocurre en un entrenamiento de la semana pasada. Toni Nadal, el tío y entrenador del número uno del tenis mundial, va desgranando correcciones. "Levanta", dice. "Aguanta", insiste. Una y otra vez empuña su raqueta el técnico para corregir el gesto con el que se debe responder a esa situación del juego.
Es la geometría del sufrimiento de Nadal. La patentó el sueco Robin Soderling durante el torneo de Roland Garros de 2009: victoria en los octavos de final, la única derrota de Nadal en París. La explotó el argentino Juan Martín del Potro en el Abierto de Estados Unidos de ese mismo año: triple 6-2, el peor marcador de su carrera en un grande. Y la aplicó con fiereza el serbio Novak Djokovic en sus cuatro victorias de 2011 sobre el mallorquín.
Atacar así al número uno exige ser un gigantón o tener una técnica exquisita
El español cumple 25 años esta semana, pero se siente, dice, como si tuviera 100
El gigante, como todos, también tiene un punto débil. "Rafael, al cubrir más su zona de revés y taparse por ahí", dice Miguel Margets, el seleccionador femenino, que ayer acompañó al júnior Axel Álvarez en su entrenamiento con él, "lleva a que le tiren a la derecha para abrir la pista. Si no, su rival se queda sin espacio para tirar. A veces pasa eso: por su posición en la cancha, a los que tienen buena derecha se les hace daño precisamente por ahí".
El panorama se abre con un revés cruzado o una derecha de fuera adentro para intentar desplazar al campeón. Nadal, estirado a las cinco mangas en la primera ronda y a punto de ceder otra en la segunda, observa la situación con tranquilidad. Ha estado al otro lado del problema. El día que descubrió al mundo un plan para atacar a Roger Federer, todos los contrarios se lanzaron a imitarle. Nadie más, sin embargo, tiene una derecha tan combada como para azotar el revés del suizo a casi tres metros de altura. Del mismo modo, aplicar la hoja de ruta de atacar la derecha de Nadal exige un nivel técnico y un biotipo al alcance de muy pocos.
Hay que tener preferentemente un revés a dos manos, ser un gigantón al que no le dañe el bote alto de la pelota del español o tener una técnica exquisita con el revés, como la tiene Djokovic, "para coger la bola arriba cuando sube", como explicó Pablo Andújar, uno que trató de imitarle en la segunda ronda y que a punto estuvo de adjudicarse un set ante el número uno. El croata Ljubicic, de revés a una mano y gran saque, intentará hoy abrirse así espacio en la pista en su duelo contra Nadal en los octavos.
"Pero, cuando se me meten en la pista [con un revés cruzado o una derecha de fuera adentro], es porque antes yo he jugado con una pelota más corta", opinó Nadal. "Eso pasa además contra uno que se atreve a pegarle. Lo ideal es llegar a esa pelota y volver a tirarla cruzada y lo más alta posible. Si se va jugando largo, fuerte, tranquilo, no entrarán tan fuerte para mi derecha", continuó; "las soluciones las estoy encontrando en los entrenamientos, lo que me lleva a pensar que es un tema extratenístico. Si es un tema mental, también hay que solucionarlo... Y, si no lo consigo, voy a correr y a luchar hasta el final. Como siempre".
Nadal cumple esta semana 25 años, pero se siente, dijo, como si tuviera 100. Nadal juega para estar en los cuartos tras un inicio de temporada de notables resultados emborronado por las derrotas ante Djokovic, que ayer, en los octavos, logró su 41ª victoria de 2011 ante el francés Gasquet (6-4, 6-4 y 6-2). Y Nadal, cinco veces campeón en seis participaciones, se entrenó ayer en el Bois de Boulogne, lejos del bullicio de Roland Garros y arrullado por el piar de los pájaros. Nadal empezó el torneo gripado. Hoy, ante Ljubicic, un tenista peligroso pese a sus 32 años, sabrá si ya ha encontrado el ritmo.
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