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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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¿Pero quién ha ganado?

Jorge Galindo

El domingo por la noche la actitud de unos y otros parecía coincidir para responder tácitamente a esta pregunta: la euforia era aparentemente ilimitada en la sede del PP mientras que los votantes de izquierdas mostraban su indignación en todas sus conversaciones, tanto entre sus allegados como en Internet. Todo muy parecido a 2007, y también a 2003.

Pero este predecible cuadro esconde detalles importantes que solo se aprecian si uno se fija en las cifras y las tendencias. Estos detalles irán emergiendo poco a poco durante la legislatura, y quizás marquen un sensible cambio de tendencia que podría consolidarse en cuatro u ocho años.

Para empezar, es cierto que la derecha ha revalidado su mayoría absoluta incluso bajo la firme sospecha de la corrupción. También lo es que el PSPV se ha hundido por debajo de la barrera del 30%, perdiendo cinco escaños. De hecho, la caída socialista ha sido de 170.000 votos, ni más ni menos. Pero, y presten atención a esto, el PPCV ha perdido 70.000. Y es la primera vez que esto sucede: los populares no habían parado de crecer desde 1991. El asunto es importante: se han quedado en el 48,5%, dos puntos por debajo de su peor resultado en las encuestas. Así pues, la euforia de calle Quart tenía algo de ilusa, o forzada. ¿Dónde buscar las causas de esta caída? Por descontado, Gürtel no pasa totalmente en balde, sobre todo entre el votante joven y recién incorporado, que penaliza más la falta de honestidad. Con esto queremos implicar que, a falta de tener encuestas postelectorales, quizás hay un factor más profundo: el PP puede haber tocado su propio techo sociodemográfico, y estar perdiendo capacidad de movilizar el nuevo voto que entra en el censo, en parte por los escándalos que le acechan.

Quien ha conquistado posiciones clave en la batalla política a medio plazo es la izquierda

Esto se combina con los sorprendentes resultados de los partidos minoritarios de izquierda. Entre EUPV y Compromís suman 320.000 sufragios y 11 diputados. La coalición nacionalista de izquierdas se lleva más de la mitad, 175.000, un resultado que ningún analista ha sabido predecir. La mayoría de estos apoyos vienen de la provincia de Valencia. De hecho, en las elecciones municipales de la capital, Joan Ribó y su equipo han obtenido un impensable 9%.

Estos datos envían un mensaje claro: Compromís en general y el Bloc en particular han dejado de ser la organización que la izquierda de ciudad veía como mero "valencianismo de pueblo", para evolucionar hacia algo más moderno, cosmopolita y adaptado a la juventud, sin perder el voto de izquierda moderada de mediana y avanzada edad. De hecho, han comenzado a construir un proyecto más o menos claro y definido para la Comunidad Valenciana. Es cierto que tienen un techo de cristal, porque se basa en una determinada concepción de la identidad valenciana y no en otra. Pero, de momento, ha calado. Además, no cabe desechar los efectos de las movilizaciones del 15-M. El cariz juvenil y de izquierda ecosocialista que han mostrado los participantes en Valencia conecta bien con la imagen que Compromís se está creando. De hecho, Mònica Oltra muy bien podría hacer las veces de símbolo de esta generación, dentro de los límites apartidistas que se ha autoimpuesto el propio movimiento. La propia número 2 de la coalición, con su tono combativo y su discurso indudablemente valencianista y de izquierdas, ha forjado durante los últimos tres años la imagen de la organización. Es decir: las protestas pueden fácilmente haber contribuido a generar un clima electoral favorable a Compromís en Valencia y provincia, particularmente a Oltra.

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Esquerra Unida, por su parte, no ha tenido unos buenos resultados: su volumen de votos jamás había sido tan bajo. De hecho, han estado a ocho décimas de quedar por debajo de la barrera del 5%. Una campaña basada en una imagen de marca muy reconocible pero algo gastada, con un rostro poco reconocible al frente, y un discurso que aún suena un tanto anquilosado, les ha llevado a no capitalizar el desgaste socialdemócrata, lo que sí ha hecho Compromís.

Así, tenemos un PP más debilitado que en 2007, una izquierda activa y con el punto de mira dialéctico puesto en Camps, y una generación que, contra todo pronóstico, tal vez es capaz de movilizarse, también en las urnas. El PP puede seguir utilizando la mayoría absoluta para sacar sus proyectos adelante, pero el desgaste mediático pasa a ser más probable, y sus apoyos, muy poco a poco, pueden ir erosionándose.

En este esquema, solo hay una pieza que falla, y no es baladí. Porque, hoy y mañana, la única alternativa real al PP es la socialista. Y estos han tenido el peor resultado de su historia; con ello, la respuesta a la pregunta del titular se antoja ineludible: estas elecciones las ha ganado el Partido Popular. Dado que prácticamente el 100% del voto de centro-derecha se dirige a un mismo sitio mientras que la oposición está fragmentada, el panorama de gobierno no parece que vaya a cambiar. Sin embargo, si nos planteamos la cuestión de quién ha conquistado posiciones clave en la batalla política en la Comunidad Valenciana, la respuesta a medio plazo quizás sea "la izquierda", en agregado. Nos espera una legislatura más interesante de lo que pueda parecernos hoy.

Jorge Galindo es sociólogo y analista político.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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