Las dudas de la CEOE en el pacto de convenios preocupan a los sindicatos

Entre incrédulos y preocupados, los líderes sindicales acogen con cautela el llamamiento empresarial a endurecer la reforma de los convenios. "No diré que no me preocupa porque, de ser cierto, supone un retroceso sobre los pasos dados en las últimas semanas", respondió ayer el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, a la noticia, publicada por este periódico, de que la cúpula de la CEOE ha pedido a su presidente, Juan Rosell, que propicie cambios de mayor calado en la negociación colectiva. "La situación emocional de la junta de la CEOE no se corresponde con el estado de la negociación", abundó el responsable de UGT, Cándido Méndez.

Tras más de una semana sin contactos -las cúpulas sindicales llevan desde el domingo inmersas en el congreso que la Confederación Europea de Sindicatos (CES) clausuró ayer en Atenas-, tanto Méndez como Toxo mostraron cierta sorpresa por el resultado de la junta patronal. "A la palabra dureza yo opongo eficacia, profundidad y equilibrio", destacó Méndez, que aun así está convencido de que la negociación con los empresarios "apunta, en principio, a un punto de encuentro". Los agentes sociales deben despejar antes del 31 de mayo el tantas veces postergado acuerdo de negociación colectiva.

Las centrales europeas cierran un congreso marcado por la crisis griega

No obstante, ayer desde la CEOE se descartaba que el acuerdo sobre la reforma de la negociación estuviera en peligro, informa Efe. Aunque sí que se admitía el malestar interno con el balance del proceso negociador que hizo el pasado miércoles Rosell en el Comité Ejecutivo de la patronal.

Toxo quiso lanzar una advertencia respecto a las pretensiones de la CEOE. Ante las esperanzas que la patronal deposita en una próxima mesa de negociación que Gobierno, empresarios y sindicatos se han comprometido a abrir para reactivar el empleo, el líder de Comisiones Obreras acota la materia. "No estamos discutiendo de otra reforma laboral, para los que piden una vuelta de tuerca", señaló a los periodistas tras la clausura del congreso en el que ha asumido la presidencia de los sindicatos europeos. Con esas palabras ponía fin a cuatro intensos días de debate que representantes de 60 millones de trabajadores de 36 países europeos han celebrado esta semana en un mastodóntico edificio de convenciones en el centro de Atenas.

Minutos después de la clausura, tanto Toxo como la recién elegida secretaria general de la CES, la francesa Bernadette Ségol, y una representación de los sindicatos griegos se reunieron con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu. Los nuevos representantes de la organización le trasladaron las conclusiones del congreso, muy marcado por las turbulencias griegas: la necesidad de revisar los criterios y el calendario de reducción de los desequilibrios públicos, la conveniencia de crear eurobonos (deuda pública con el sello europeo que abarate el coste de la que emiten los países en apuros) y la propuesta de gravar las transacciones financieras.

Papandreu, que estos días recibe presiones cruzadas de la UE para acelerar las reformas y de la sociedad griega para aliviar los sacrificios, respondió con diplomacia. El primer ministro, según fuentes sindicales, aseguró a las centrales que compartía sus criterios pero que la situación le obligaba a aplicar una cura de austeridad sin precedentes.

El congreso sindical ha situado a Grecia como exponente de los sacrificios que impone Europa a cambio de los rescates financieros. Las resoluciones de este encuentro instan a las instituciones comunitarias a relajar la presión sobre el país con el argumento de que pueden estrangular el crecimiento. Y abogan por la movilización de los trabajadores como respuesta a los estrictos programas de austeridad.