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Reportaje:

Sansón pilota una Honda

Simoncelli es la revelación a lomos de la mejor moto de la parrilla

Nadia Tronchoni

Marco Simoncelli (Cattolica, Italia; 24 años) no luce tatuajes. Se juega la piel en cada curva, pero le echan para atrás las agujas. Así que, aunque le gustaría hacerse uno, todavía no se ha armado del valor suficiente. No es lo único que le da miedo. "No me gustan las películas de terror. Cuando las veo con mi novia, me tapo la cara con un almohadón", confiesa. Este piloto que todavía vive con sus padres en Coriano, cerca de Rimini -"en unos pocos meses, me independizaré, aunque me iré a vivir bien cerquita de ellos", dice- ha puesto el paddock patas arriba. Le ha dado por correr. Y resulta que es rapidísimo. Ayer terminó segundo, a escasas 59 milésimas de Stoner, que hoy saldrá desde la primera posición de la parrilla de MotoGP (14.00, TVE-1) en el Gran Premio de Francia -Pedrosa fue cuarto y Lorenzo quinto-. Los pesos pesados han sacado las uñas.

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Opina Giampiero Sacchi, propietario de uno de los equipos de Moto2 y exdirector deportivo de Aprilia, que sus rivales se han dado cuenta de que Simoncelli vale. Por eso le llueven bofetadas. Fue Jorge Lorenzo el primero que se acordó de su comportamiento en la pista al ser preguntado por la evolución del italiano. Barberá y Bautista, que se las tuvieron de aúpa con el hoy cuarto piloto de Honda cuando los tres competían en 250cc, le dan la razón sobre un supuesto juego sucio del italiano. Él asegura que está molesto porque, aunque en el pasado pudo equivocarse, en 2010 no tuvo problemas con nadie: "Todavía no sé por qué me critican, ya que no ha pasado nada para que se hable de esto".

"Aquí los pilotos luchan por la gloria. No recuerdo que el año pasado nadie criticara las formas de Simoncelli. Pero ahora ha llegado arriba. Que le critiquen es el mejor de los reconocimientos", añade Sacchi, que fue quien apostó por él cuando ni siquiera en Aprilia creían en las posibilidades de un chico algo desgarbado y graciosillo, alto (1,83 metros) y corpulento. Sacchi quiso renovarle el contrato en 2007. Le costaba unos 250.000 euros. Pero el responsable de Aprilia, Leo Mercanti, le pidió que esperara. Y para retenerlo tuvieron que alcanzar el millón. Al año siguiente ganó el Mundial de 250cc. "Marco tenía una imagen muy parecida a la del Lorenzo más joven: agresivo y chulo. A mí me da igual que un piloto sea más o menos simpático. Que trate mejor o peor a la prensa o a sus mecánicos. Me importa que sea bueno. Debe llegar un momento en que, además de ir rápido, un buen piloto deje de caerse. Eso marca la división entre los buenos y los campeones", explica.

Simoncelli está ahora en esa encrucijada. Por eso ayer declaró que su único objetivo, hoy, es terminar la carrera. Tras un quinto puesto en Losail, cayó en Jerez y también en Estoril: "Habría hecho un buen resultado, podría haber ganado, pero cometí errores", dice. Sin embargo, la moral está intacta. Amigo de Rossi -"ahora lo somos más que antes; vamos al mismo gimnasio, aunque en la pista no somos tan amigos"-, se ve capaz de pelear con su ídolo. Su mejora, dice, proviene de la madurez: "Tengo más experiencia. Dar el salto no es fácil. Y también mi equipo debutaba en la categoría. Ahora tenemos la mejor moto de la parrilla". El podio le espera. A él y a su particular melena, que cuida con esmero -"siempre llevo un secador bien potente en la maleta"-. Se dejó crecer el pelo en 2008 y no se lo ha vuelto a cortar. Es como Sansón. El pelo largo le da suerte.

Marco Simoncelli.
Marco Simoncelli.J.-F. M. (AFP)

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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