_
_
_
_
Crónica:CICLISMO | Giro de Italia
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Fotofinish' en la cima

El belga De Clercq se impone en Montevergine aprovechando la parálisis de los favoritos

Carlos Arribas

¿Quién es mejor que quién? ¿Y por qué? ¿Es mejor el escritor que nos engancha o el que nos torra? ¿El pintor cuyo cuadro no entendemos ni un pimiento o el que nos da un sopetón con un óleo que parece una foto? ¿Es mejor el ciclista que gana todas las clásicas o el que gana todos los Tours? ¿El escalador que gana en la cima de un puerto o el sprinter del llano? ¿Y quién es mejor, el que gana un sprint por delante de Petacchi, por ejemplo, o por delante de un desconocido?

¿Qué criterio seguir? ¿Sería posible en el ciclismo, un arte, uno objetivo? ¿Quién nos guía? ¿Nos vale con el corazón? "Dios me guía", se leía antaño en los parasoles de los camiones, pero, ironías aparte, no parece que Dios esté muy interesado por el ciclismo (ni que deba), un deporte profesional en el que, en palabras del director del Giro, Angelo Zomegnan, "hay muchos aficionados tomando decisiones".

Nadie hizo nada en la subida, larga, no muy empinada, un 5,5% constante
Más información
Pedaleando con las neuronas
Contador avisa antes del Etna
La AMA investiga la difusión de la lista de 'sospechosos'

La UCI, que, podría decirse, oficia de Iglesia universal del ciclismo, mantiene un ranking, basado en la asignación de puntos según los puestos en una selección de carreras, que, pese a las apariencias, tiene más de subjetivo que de otra cosa, aunque sirva a los mánagers para fijar la cotización de sus corredores. Parecía, pues, que el ranking de la UCI, según los parámetros sanguíneos de los ciclistas antes de las grandes -un índice obtenido con una raíz cuadrada y los valores de hemoglobina y de reticulocitos-, para, sumado al historial de riesgo, a los rumores y al valor deportivo, establecer un plan de controles de dopaje en la carrera, podría ayudar a fijar el valor real de cada uno.

Así, la publicación, ayer, en L'Équipe del plan de trabajo en el pasado Tour -todos los corredores valorados de 0, a los que menos controles se debería hacer, a 10- hizo salivar a los voyeurs, para quienes esa información era tan sabrosa como para un cura de aquellos años conocer el número semanal de masturbaciones de sus fieles o para un inspector de Hacienda tener acceso a las cuentas corrientes suizas de los evasores. Pero, ay, la propia UCI, asustada de la que le espera -por la custodia de unos datos tan confidenciales- enseguida echó agua al vino recordando que no era más que un plan de trabajo. Ninguno de los que obtuvieron la nota más alta, Barredo, Popovych, Menchov, han dado positivo a pesar de haber sido fritos a controles aquel Tour.

A los aficionados, seguramente, las valoraciones de la lista les causaron más extrañeza que sorpresa, a los directores y los médicos les hicieron reír y a los corredores no les dijeron nada.

Los directores prefieren otros métodos de valoración. La mirada de los ciclistas, la forma de moverse, los detalles. Y este Giro andan un poco perdidos, por lo menos Roberto Damiani, que guía al Lampre de Scarponi, dice que no sabe cómo está Contador. Y lo mismo podría decir de los otros favoritos, salvo de Nibali, al que ve nervioso. Sin embargo, no hace nada, nadie hace nada, para que todos salgan a la luz y se muestren. Nadie hizo nada en la subida, larga, no muy empinada, un 5,5% constante, que llevaba al santuario de Montevergine.

Los corredores tienen otra mirada, otra manera de valorar. Ayer se fijarían en el absurdo de Hoogerland, que atacó al grupo al que acababa de alcanzar, en el trabajo sin fin del viejo Massimo Codol para Garzelli, en la forma en la que Niemiec lanzó a Scarponi hacia la victoria final, que no consiguió por centímetros, pese al golpe de riñones. Pero Bart de Clercq, un recién llegado, belga de 24 años, escalador de talento y ligereza -subió a 35 kilómetros por hora, derrapando en las curvas-, solo tendría ojos para sí mismo. De Clercq, que atacó a siete kilómetros y resistió hasta el final, fue Dios para sí mismo. Aunque necesitara la fotofinish para establecerlo.

Séptima etapa (Maddaloni-Alto de Montevergine. 110 km): 1. Bart de Clercq (Bél. / Lotto), 2h 54m 47s. 6. Joaquím Rodríguez (Katusha), m. t. General: 1. Pieter Weening (Hol. / Rabobank), 23h 9m 59s. 6. Pablo Lastras (Movistar), a 22s. 9. Alberto Contador (Saxo Bank), a 30s.

Bart de Clercq, tras cruzar la meta.
Bart de Clercq, tras cruzar la meta.ALESSANDRO TROVATI (AP)

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_