Tosar, rockero de una pieza
Preocupaditos como nos tiene Hugh Laurie desde que prefiere cantar blues del pantano a ejercer la medicina cáustica del doctor House, existía curiosidad (y puede que hasta morbo) anoche en la Caracol por comprobar si Luis Tosar, actor excelso, se desenvolvía con parecida solvencia al frente de un quinteto de rock. Quedémonos todos tranquilos: tras el debut madrileño de Di Elas, el mito se nos mantiene razonablemente en pie.
Digámoslo pronto. Tosar no es Tim Robbins, un hombre al que ojalá le ofrezcan muchos guiones antes que verlo balbucear nuevamente frente a un micrófono, como hace medio año en esta misma sala. Al lucense le sientan bien la guitarra y la armónica entre las manos, rompe la voz ronca como en España solo sabe hacer Carlos Tarque y no profesa ninguna fe de arribista: frecuentó los conciertos de Pearl Jam mucho antes que los platós. Aunque su repertorio suena más clásico y setentero (Little Feat, Faces, Gregg Allman) que el grunge.
Alterna nuestro jefe de filas el argumentario rockero clásico ("ahora vienen dos o tres para follar, buscaos la vida"), el porte de hombre duro pero sentimental ("esta se la dedico a mi chica, Marta") y, claro, la socarronería norteña ("solo teníamos tres canciones, a partir de ahora son todo bises"). La sala presentaba una entrada solo discreta, por mucho que a ratos pareciera una fiesta de Versión española (Alberto Ammann, Juan Diego Botto, Willy Toledo, Carlos Bardem) o de los luchadores que no desfallecen en la defensa de la causa saharaui. Pero cuando suenen más Volver, Contra ti o la magnífica versión en gallego de Luka (Suzanne Vega), a Tosar no le verán como una mera anécdota sino como lo que es: un rockero de una pieza.
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