Niños con juguetes nuevos
A menudo, la realidad supera la ficción. El pasado martes Luz de Gas registró una magnífica entrada para celebrar el tercer decenio de vida del grupo Pegasus. Una animada reunión de viejos camaradas, compañeros de profesión, representantes, alumnos y amigos en general. Ni siquiera faltaron el actual consejero de Cultura y su predecesor en el despacho. La ocasión se lo merecía, pocos grupos pueden celebrar una vida tan larga.
Si hace 30 años hubiéramos interrogado a cualquiera de los presentes, tanto en el escenario como en la pista, pocos, muy pocos, habrían soñado con un acto así. En 1981 un grupo de jazz-rock sinfónico (por ponerle un nombre muy de la época) de estas características no tenía por aquí ningún futuro; en 2011 podría parecer que tampoco pero la realidad es incontrovertible. No solo están ahí aguantando el temporal, sino que suenan mejor que nunca, irradian una increíble felicidad y saben compartirla.
PEGASUS
Max Sunyer, guitarra. Kitflus, teclados. Rafa Escoté, bajo. Santi Arisa, batería. Dan Arisa, percusión.
Luz de Gas, 10 de mayo.
Pegasus, tras volver a oírlos en la noche del martes, no son una banda de nuestro pasado más recalcitrante. No. En su propuesta todavía hay presente y, sobre todo, futuro. Un futuro ante el que, eso sí, debemos mantenernos expectantes, ya que su paso por Luz de Gas sirvió para poner al día temas ya conocidos y hacerlos volar alto pero no apuntó nuevos caminos. Hablan de recuperar Berlín pero eso sería volver a caminar sobre sus propios pasos.
Todo eso dio pie a que algunos tildaran la propuesta de trasnochada; tal vez, pero, no nos engañemos: ¿no lo estaba ya en 1981? Además, en cosas de música ir de pasado de moda puede ser una magnífica opción de futuro. Nadie interpreta una música parecida y, es más, nadie podría interpretarla así aunque quisiera. No se trata de voluntad y técnica, es necesaria mucha carretera y manta (lo que otros llaman experiencia) e ilusión, mucha ilusión. De lo primero van sobrados y de lo segundo también. Solo con ver sus caras a lo largo del concierto, sobre todo al acabar, se disiparía cualquier duda: parecían una banda de niños con juguetes nuevos.
Los cuatro integrantes originales -Max Sunyer, Kitflus, Rafa Escoté y Santi Arisa- y Dan Arisa, hijo del batería, refuerzo en esta última época, además de sonreír, mostraron toda su maestría, que es mucha, y pusieron en movimiento a todos los presentes.
Una gran velada. Ahora es necesario olvidar nostalgias y abrir nuevas puertas; de conseguirlo, tenemos Pegasus para otros 30 años.
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