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EN SINGULAR

El candidato de IU en Vigo está en un ERE

Rubén Pérez hace propuestas que los mayoritarios ignoran

María Fernández

Los argumentos de los partidos mayoritarios en esta campaña le recuerdan la escena de La Vida de Brian donde los Monty Python hablan del Frente de Liberación de Judea ¿o era el Frente Judaico de Liberación? Rubén Pérez (Vigo, 1977), candidato de Izquierda Unida en Vigo, es licenciado en Historia, trabajador en una empresa de informática y víctima de la crisis. La campaña le coincide sufriendo un Expediente de Regulación de Empleo que lo mandará a casa cuatro meses este año.

"¿Qué hace un ayuntamiento pagando billetes de avión? Los gastos impropios suponen el 40% de los presupuestos de los municipios", denuncia. Habla de la reforma de la Administración local "que PSOE y PP se niegan a pactar en la Federación de Municipios y Provincias", de la necesidad de suprimir diputaciones, de crear juntas de distrito en las ciudades (su propuesta la desarrolló Carlos Núñez, el padre del músico, que va de número siete en la lista) y de dejar que los ciudadanos decidan cada año a qué se dedica parte de los presupuestos. Empezaron a hacerlo en Galicia cuando IU se coligó con el PSdeG en Ferrol, y allí el 4% de las cuentas anuales se enfocan a lo que determinan los vecinos.

Ataca el discurso "viguista" que, según él, atiza la rivalidad entre ciudades
Sus iniciativas se inspiran en ejemplos de Finlandia, Cataluña o Andalucía

En una larga conversación antes de acudir a un acto para exigir el derribo de la Cruz de los Caídos, desgrana su principal propuesta de empleo: reividicar lo público como generador de trabajo. "No significa crear más plazas de funcionarios. Hay miles de contratos municipales que se otorgan a empresas privadas que se podrían cubrir con servicios propios, optimizando la creación de empleo, y no los beneficios". No entiende la "cultura del negocio", con la gestión del agua o la basura. Tampoco le cuesta reconocer y valorar lo que hacen bien en otras ciudades, dentro y fuera de España.

Menciona una de Finlandia para explicar cómo incentivaría la recogida selectiva de residuos. "Allí los ciudadanos que reciclan tienen que identificarse con un código. Cuanta más basura separan, más créditos tienen para el aparcamiento en el centro". El tema le da pie para abordar otro caballo de batalla local, los desplazamientos en Vitrasa, la empresa concesionaria del transporte urbano. "Mi madre viene a trabajar todos los días al centro desde la parroquia de Beade y tarda dos horas y cuarto en ir y volver. Tiene que coger un circular que se pasea por todo el centro". Su primera apuesta para terminar con el problema del tráfico es la movilidad individual: ir andando.

Vuelve a la separación de basuras: "Si el alcalde, en vez de cojines, regalase cubos, como en Hospitalet, el reciclaje se fomentaría en los propios edificios". No son medidas que se puedan plantear de un día para otro, pero "por lo menos que se planteen", reivindica. De otra ciudad andaluza extrae su propuesta de "autoconstrucción". "El municipio colabora aportando los terrenos y la gente se hace su casa con ayuda de capataces municipales. El coste por unidad es de unos 24.000 euros". No es ciencia ficción, dice: "Yo colaboré en construir la asociación de vecinos de Beade y hasta ahora no se ha venido abajo". Confiesa que cada día entiende menos la figura del promotor inmobiliario. "En Europa tampoco se comprende". Y pone de ejemplo el informe Auken de la UE sobre el impacto de la urbanización extensiva, que incluye entre 45 ejemplos de edificación depredadora "el plan de urbanismo de Vigo".

Izquierda Unida lleva presentándose a las elecciones los últimos 25 años con escaso éxito, agravado tras la catarsis de 1997, cuando la anterior dirección decidió una alianza electoral con el PSOE. De aquello surgió el relevo generacional. "Para mí fue lo mejor que le pudo pasar a Izquierda Unida, para apartar a quienes entendían el partido como una cosa subalterna del sindicato, digamos que era algo parecido a un cementerio de elefantes". El discurso viene a cuento porque el PSOE ha incorporado a sus listas de Vigo a un ex dirigente histórico de Comisiones Obreras, Manel Fernández. "Creo que ha generado el efecto contrario a arrastrar el voto de IU. Un sindicalista tiene que estar a pie de empresa, no pasarse 20 años en un sindicato", zanja en referencia al fichaje de Caballero. Censura otras maneras del actual regidor. "El alcalde promueve el viguismo irracional, el Celta contra el Deportivo... eso hay que combatirlo. No sé si da votos o no, pero es el sentido común que tiene que tener la izquierda. Estoy más cerca de un tornero fresador de A Coruña que del señor Fernández Alvariño [presidente de la Confederación de Empresarios]. Las fuerzas vivas de Vigo son los trabajadores que se han partido el cobre estos años".

Rubén Pérez necesita unos 7.000 votos para entrar en la corporación, y en las pasadas municipales IU logró 3.500.

Rubén Pérez, ayer tras una visita a Vulcano.
Rubén Pérez, ayer tras una visita a Vulcano.LALO R. VILLAR

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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