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El arte moderno también envejece

La Universitat de València restaura 60 obras contemporáneas pertenecientes a la Colección Martínez Guerricabeitia gracias a Catalunya Caixa

Las obras de arte se desgastan. Se ajan, deslucen. Y necesitan que alguien las mime para que los espectadores de hoy puedan hacerse una idea de cómo eran recién creadas, hace cientos de años. Por eso, a lo largo del último siglo se han perfeccionado multitud de técnicas para dar lustre a creaciones de toda época que han perdido el color, cuyo soporte se ha deteriorado, que han pasado por incendios y hasta han sido mutiladas. Sin embargo, el problema no lo sufren solo las creaciones más antiguas y también el arte contemporáneo tiene achaques. Prueba de ello es el libro que ayer presentó la Universitat de València, que relata el reciente proceso de restauración de 60 obras de arte de la Colección Martínez Guerricabeitia, una empresa acometida con un coste de 12.000 euros por un equipo multidisciplinar del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración (IVC+R) y gracias a la Obra Social de Catalunya Caixa.

Se decidió no quitar una abolladura de una plancha de acero de Anzo

La Colección Martínez Guerricabeitia está formada por 160 obras de más de 60 artistas, además de otros 300 ejemplares de obra gráfica (serigrafías, grabados y litografías) de otros 140 autores. Un conjunto donado por Jesús Martínez Guerricabeitia a la Universitat de València en 1999.

Así, obras de Anzo, Carmen Calvo, Arroyo, Canogar, Darío Villalba o Equipo Crónica, con apenas unas décadas de vida, necesitaban un repaso. Y dada la variedad de materiales empleados en el arte moderno, no todas las técnicas comúnmente empleadas en pinturas antiguas servían para la tarea. Durante el último año se hicieron numerosos análisis y valoraciones para determinar el proceso más adecuado para cada una. Así, una plancha de acero inoxidable de Anzo, titulada Aïllament M73 (1973) y con zonas mates y otras brillantes, había sufrido una abolladura en la parte superior por una manipulación inadecuada, además de la suciedad natural acumulada durante los años. Tras hacer simulaciones de deformaciones en planchas similares y analizar los posibles procesos de recuperación, se llegó a la conclusión de que se agravarían los defectos en la superficie y se decidió, junto con el Patronato Martínez Guerricabeitia, que gestiona las obras, no recuperar la abolladura y solo limpiar la plancha.

El vicerrector de Cultura, Antonio Ariño, el director de Planificación Comercial de Catalunya Caixa en Valencia, Miguel Ángel Ríos, y la directora gerente del IVC+R, Carmen Pérez, presentaron ayer en La Nau el libro La conservació d'Art Contemporani, en el que se pueden seguir los procesos llevados a cabo en el conjunto de bajorrelieves titulado Massacre II (1975), de José Ortega, las limpiezas selectivas practicadas sobre Haacke mate a la reina (1989), del Col·lectiu Juan Delcampo, o el trabajo realizado sobre una obra difícil, Més prop (1980), de Joan Genovés, que según los restauradores presentó un problema de "incompatibilidad de técnicas".

En una entrevista el propio Genovés decía que estaba "muy preocupado porque los cuadros perduren", ya que "tienen una función no solo en el momento en el que se pintan, sino después, mucho después, porque el auténtico cuadro sale a través del tiempo". Y por eso, porque el arte moderno también se desgasta, es necesario mimarlo... y preservarlo para el amante del arte del futuro.

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