_
_
_
_
Entrevista:PEDRO FERRÁNDIZ | Antiguo entrenador madridista y cuatro veces campeón de Europa | BALONCESTO | Mañana comienza la final a cuatro de la Euroliga

"Este Madrid me tiene intrigado"

Robert Álvarez

El Palau Sant Jordi, de Barcelona, acoge desde mañana la final a cuatro de la Euroliga de baloncesto. El Madrid, que se enfrentará en las semifinales al Maccabi, vuelve a ella por primera vez desde 1995. Entonces, en Zaragoza, el equipo que dirigía Obradovic y en el que estaban Sabonis, Arlauckas y Biriukov ganó el octavo título para el club. Pedro Ferrándiz (Alicante, 1928) era el director deportivo, pero él solo contabiliza como propios los que logró como entrenador, nada menos que la mitad de los ocho que hacen del Madrid el cuadro más laureado.

Pregunta. ¿No viaja ahora a Barcelona?

Respuesta. No. Tengo un compromiso en Alicante.

P. ¿Será su primera ausencia?

R. Bueno, desde aquella final de Zaragoza no hemos vuelto a estar en otra.

"Mi peor recuerdo es la final de Barcelona en 1969. Fue un rodillo culé-soviético"
"Al conjunto lo veo con mucha proyección de futuro. Mirotic es un jugador enorme"

P. La travesía del desierto.

R. Ha sido duro. He sentido bastante el progresivo declive del equipo.

P. ¿Cómo se explica?

R. Es un misterio. Este equipo, por su grandeza, por su historial, por su poderío y por su prestigio, tenía que haber estado en muchas final four. Eso siempre me ha intrigado. No sé a qué se debe. Tal vez, a la transformación del resto del baloncesto, a que se ha ido equiparando, a los constantes cambios de entrenador, de jugadores...

P. Ahora es más difícil llegar a la final que en su época.

R. A veces, me da la impresión de que la ignorancia es enorme. No se valora lo difícil que resultó destronar a los yugoslavos, a los húngaros, a los checos, a los italianos y a los soviéticos para ganar ocho Copas de Europa. En mi época ganamos cuatro de las siete finales que jugamos. Fue una proeza. No sé si se le quiere quitar mérito con mala fe. Es como decir que era fácil que Cristóbal Colón descubriera América.

P. ¿Cuál es su mejor recuerdo?

R. Nuestra primera final, en Tiflis. Perdimos porque eran invencibles. Pero fue un hito.

P. ¿Y el peor?

R. La que disputamos en Barcelona [24 de abril de 1969]. Perdimos [99-103] contra el CSKA de Moscú tras dos prórrogas. Aiken falló una bandeja muy fácil al final de la primera que nos habría dado el triunfo. Todavía no me lo explico.

P. ¿Qué pasó en aquella final?

R. Yo, en Barcelona, nunca fui bien recibido; en Badalona, especialmente. El ambiente fue muy hostil. El público se metía mucho conmigo. A veces, pienso que con alguna razón porque siempre les ganábamos y mi actitud era desafiante. Así, quitaba presión a los jugadores. Yo sabía que el ambiente no iba a ser bueno y me disgustó que la FIBA designara Barcelona como sede de la final. El público, al principio, estuvo muy correcto, pero cuando llegaron las prórrogas aquello fue un rodillo culé-soviético tremendo.

P. ¿Fue traumático?

R. Traumático, no, pero... Las derrotas en las otras finales fueron indiscutibles. Contra el Ignis, en Amberes, ganábamos por 11 puntos, pero salió un chico rubio [Sergio Rizzi] que no había hecho una canasta en toda su vida y nos metió 13 puntos en la segunda parte. Nos fundió.

P. ¿Qué es lo peor que le pasó en Barcelona?

R. A lo largo de los años, me sucedieron muchísimas cosas. Una vez, en Badalona, tuve que subir a por un tipo por los insultos tan groseros que me estaba dedicando precisamente cuando acababa de fallecer mi padre. Las sillas donde nos sentábamos estaban al lado mismo del público y una vez me apagaron un cigarro en el cuello.

P. ¿Eso no era una leyenda?

R. Una leyenda real como la vida misma. Entonces estábamos muy desprotegidos. La pista de Badalona era una plaza: les ganábamos siempre y era horroroso, un pandemonio. Fue allí donde empecé a salir antes del partido. Me iba al centro de la pista y la gente no paraba de meterse conmigo. En Badalona, tras ganar el partido que nos daba el título, estaban cuatro o cinco periodistas preguntándome. Va uno y me dice: "Es usted un poco chulo". Y le digo: "Pues sí, un poco". Me dio un puñetazo. Se lo iban a llevar a comisaría, pero lo evitamos y entró al vestuario a pedir perdón.

P. El Maccabi no era lo que es ahora.

R. Ni mucho menos. Nosotros fuimos a inaugurar precisamente su pabellón. Tengo una foto en la que don Santiago [Bernabéu] me presenta a Moshe Dayan [jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, que desempeñó un papel crucial en la Guerra de los Seis Días]. Brabender y Corbalán todavía siguen siendo allí auténticos personajes.

P. ¿Cómo ve la final a cuatro?

R. Interesantísima. De nuevo regresa el Madrid, pero, francamente, veo dificultades incluso para el primer partido. Este equipo tiene un potencial futuro enorme, pero su presente es también de una incertidumbre enorme.

P. ¿Y el Maccabi?

R. Por su trayectoria actual, es superior al Madrid. Cuenta con muy buenos jugadores y ha estado en más finales, lo que no quiere decir que a un partido no se le pueda ganar. Al Madrid lo veo con una proyección de futuro. Mirotic me parece un jugador enorme, los norteamericanos son buenos, Velickovic venía avalado por un gran prestigio..., aunque todo es una sorpresa continúa.

P. ¿Qué le pareció la etapa de Ettore Messina?

R. No sé si es el mejor técnico, pero sí es de los mejores, y yo apoyé su incorporación. No entiendo por qué se fue. Solamente él tiene la explicación..., si algún día quiere darla. El equipo, evidentemente, no estaba funcionando. Por su parte, es un rasgo de auténtica honradez haberse marchado renunciando a la indemnización. Demostró ser un caballero, pero los auténticos motivos solo los sabe él. En cualquier caso, ha dejado un equipo con un potencial enorme y parece ser que se está equilibrando.

P. Tal vez falte algo de estabilidad.

R. Eso es algo que me tiene desesperado en relación al Madrid. Yo solo veo si son jugadores negros o blancos. No consigo quedarme con ninguno por la velocidad con la que cambian de club. Es asombroso. Son los tiempos actuales. Ya nadie puede decirme que siente el auténtico color de la camiseta, aunque sean perfectamente nobles, correctos y profesionales.

Pedro Ferrándiz, ayer en la sede la fundación que lleva su nombre, en Alcobendas (Madrid).
Pedro Ferrándiz, ayer en la sede la fundación que lleva su nombre, en Alcobendas (Madrid).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_