Orlando Bosch, el terrorista adorado por el exilio cubano

La trayectoria del cubano anticastrista Orlando Bosch, fallecido la semana pasada en Miami a los 84 años, está cuajada de armas y dinamita. Considerado, junto a Luis Posada Carriles, como el autor intelectual de la voladura de un avión comercial de Cubana de Aviación en 1976, que causó la muerte de 73 personas, toda su biografía política es un reguero de pólvora, si bien era apreciado por el exilio duro cubano como un "patriota" y héroe anticomunista.

Nacido en la localidad cubana de Potrerillo el 18 de agosto de 1926 -solo cinco días después de Fidel Castro- se formó como médico pediatra en época de Fulgencio Batista, a cuyo régimen se opuso. Abandonó Cuba en 1960 y desde entonces entró en contacto con la CIA y tomó el camino de la violencia extrema, poniéndose al frente de la organización terrorista anticastrista CORU (Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas), responsable del envío de cartas bomba a diplomáticos cubanos y de numerosos atentados y sabotajes contra dependencias del Gobierno.

George Bush le otorgó el perdón por presiones de los anticastristas

Su expediente de atentados y muertos era ya voluminoso cuando fue detenido en septiembre de 1968 en Estados Unidos por atacar con un bazuca un buque polaco en el puerto de Miami, lo que le costó una condena de 10 años de cárcel impuesta por un tribunal de EE UU. En 1974, tras salir en libertad condicional, escapó de territorio norteamericano y se instaló en Venezuela, desde donde organizó junto a Posada el atentado del avión de Cubana, un hecho que nunca aceptaría formalmente en los tribunales, pero que sí admitió con la boca pequeña al asegurar años después en una entrevista que "todos los aviones de Castro son aviones de guerra".

El atentado contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976, minutos después de haber despegado del aeropuerto de Barbados, costó la vida a 73 personas y por su responsabilidad Posada y Bosch fueron juzgados en Venezuela. Posada escapó de prisión y Bosch cumplió 11 años, hasta que finalmente fue absuelto. A su regreso a EE UU, en 1988, fue detenido por haber violado la libertad condicional, pero las presiones del exilio no cesaron hasta que en 1990 George Bush le concedió el perdón presidencial.

Vivió tranquilamente en Miami los últimos años y meses antes de morir publicó un libro de memorias que trazó una visión amable de su pasado terrorista. El exilio lo despidió la semana pasada como un luchador y héroe anticastrista; en La Habana fue recordado como uno de los peores terroristas "contrarrevolucionarios".