El día que Aguirre quitó el besamanos
La presidenta regional renuncia a saludar uno a uno a los invitados para no pasar dos horas de pie - La presencia política, en año electoral, vence a la cultura
Siguiendo la máxima de que las tradiciones están para saltárselas, la presidenta de la Comunidad de Madrid eliminó ayer de un plumazo el tradicional besamanos en la recepción oficial del Dos de Mayo, que le obligaba a estar dos horas de pie, saludando uno a uno a los invitados al acto en la Real Casa de Correos.
Eso permitió a los invitados pasar más tiempo del habitual departiendo y arramplando con el ágape que ofrecieron de su propio bolsillo los 12 cocineros galardonados con la medalla de oro de la Comunidad de Madrid -entre ellos, Mario Sandoval, Pedro Larumbe, Darío Barrio o Abraham García-, y que estaba elaborado íntegramente con productos de la región, como fresones de Aranjuez, carne de Guadarrama, o queso de Campo Real. Quizás porque se trataba de promocionar Madrid, fue notablemente más abundante que en años anteriores. Además, por primera vez, nadie se saltó la prohibición de fumar en un recinto cerrado, así que los corrillos de fumadores se largaron al callejón que une la sede del Gobierno y la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior.
El exsocialista José Luis Balbás apareció transformado en tertuliano
Álvarez del Manzano abrazó a Lissavetzky: "Que tengas suerte, Jaime", le deseó
Otra tradición que se saltó la presidenta fue la broma que mantiene con los periodistas que la siguen habitualmente, según la cual solo hace declaraciones cuando lleva tacones. Ayer los llevaba, de tono malva, a juego con su traje de chaqueta. Pero, en el momento en el que comenzó a hacer declaraciones ante las cámaras, y probablemente pensando que nadie la veía, se descalzó y se frotó los pies. Para entonces ya llevaba más de tres horas de sarao.
En pleno año electoral, la presencia de políticos de todo tono era radicalmente superior a la de otros gremios, sobre todo el de la cultura y el artisteo. Hubo incluso un pequeño grupo de socialistas, autodenominados "los damnificados de las listas de Gómez", que optaron por quedarse en Sol, ya que nada tenían que perder, y no ir al mitin de su partido en la plaza del Dos de Mayo.
Pero el que más sorprendió fue un exsocialista. El líder de los extintos Renovadores por la Base, José Luis Balbás -la familia socialista a la que pertenecía Eduardo Tamayo, uno de los dos tránsfugas que impidieron hace ocho años que el PSOE gobernara- sorprendió a muchos invitados al pasearse por la Real Casa de Correos, ahora transformado en tertuliano. Y pese a que en el Ejecutivo regional aseguraron que no figuraba en la lista de invitados. "Compro el periódico y veo la encuesta; llego aquí y me encuentro a Balbás. ¡Vaya día!", se quejaba un socialista.
Como al final todos los políticos son amigos, el exalcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, del PP, se acercó al aspirante socialista a la alcaldía, Jaime Lissavetzky, y le dio un efusivo abrazo. "Que tengas suerte, Jaime", le deseó, como si fuera de su mismo partido.
También hubo tiempo para alardear de los modelos -fueron muy comentados los tacones Dior de la baronesa Thyssen, Tita Cervera, una de las premiadas- y bromear con las corbatas. El secretario general del PP, Francisco Granados, barría para casa con un estampado de gaviotas reidoras, y el diputado Juan Soler, que llevaba una corbata con pulpos, aseguraba que eran parientes de Paul, el del fútbol. "Me ha dicho que voy a ganar en Getafe", se reía.
Aunque hubo abundante público, no fue el exceso de otros años, porque ya están cerradas las candidaturas para el 22 de mayo, como comentaba un edil madrileño: "Si hubiera sido una semana antes de las listas electorales, habría gente por las paredes".
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