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LIGA DE CAMPEONES | Vuelta de las semifinales

Unos a remontar, otros a rematar

El Madrid intenta aumentar la tensión y el Barcelona aspira a afirmarse con su juego

Ramon Besa

Hoy culmina en el Camp Nou la serie del clásico con un cuarto partido que tiene la liturgia, la fuerza y la simbología propias del punto final, señal de que el enfrentamiento ha ido in crescendo y la trama ha resultado entretenida, hasta cierto punto estresante y, al mismo tiempo, respetuosa con la ley del fútbol: se han dado los tres resultados posibles, el Madrid ha ganado el torneo en el que tenía más posibilidades por jugarse a un encuentro (la Copa) y el Barça reafirmó su jerarquía en la competición a largo plazo (la Liga).

A doble partido, como pasa en las semifinales de la Champions, la condición de favorito recae en el Barcelona, ganador ya en el Bernabéu por 0-2. Ocurre que no hay ningún rival de mayor categoría que el Madrid, seguramente el único equipo capaz de sobreponerse a un 5-0 encajado en el choque de la Liga de noviembre para después levantar la Copa y disputar el acceso a la final europea. Así que, de momento, el Barça gana al Madrid, Messi a Cristiano Ronaldo y Guardiola a Mourinho. La duda está en saber de qué será capaz la mezcla Mou-Madrid, el poder del técnico y una mística blanca a veces representada en el espíritu de Juanito y otras en la leyenda de Di Stéfano.

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Hay serias dudas sobre el planteamiento madridista, sobre todo porque ha desaparecido Pepe, su hilo conductor en la serie, y su segundo entrenador, Karanka, sostuvo ayer que el partido ha pasado a un segundo plano después de que la UEFA desatendiera la denuncia del club. Pepe está sancionado, al igual que Ramos y el propio Mourinho, mientras Khedira sigue lesionado, ausencias que favorecen una alineación más ofensiva, cercana al espíritu irreductible del Madrid y alejada del intervencionismo de Mourinho, normalmente más protagonista en las formaciones y los cambios que en las correcciones tácticas.

El Barça, por el contrario, es un libro abierto: recobra a Iniesta y se supone que será un equipo más próximo a su idiosincrasia futbolística. La recuperación de Puyol y la sapiencia de Mascherano le han permitido sobrevivir al agujero del lateral izquierdo (ayer se reincorporó Abidal al grupo y fue convocado) y a la poca profundidad de banquillo.

Aspira el Barcelona a que no ocurra nada que le impida desarrollar su juego. Al Madrid le interesa, en cambio, negar incluso el partido; aumentar la tensión, la carga emocional, el cuerpo a cuerpo; recrear de alguna manera el escenario que tan bien le funcionó la temporada pasada a Mourinho con el Inter. El barcelonismo no se olvida de que el fichaje del portugués por el club blanco se fraguó en la vuelta de las semifinales de la Champions. Mou impidió que el Barça alcanzara la final de Chamartín y ahora suspira por que descarrile antes de Londres.

Escarmentados, superados entonces por la excitación, los azulgrana apuestan ahora por la revancha y por rematar la ronda, liberados desde que su entrenador plantó cara al del Madrid. A ojos del Barça, la intervención de Guardiola no solo neutralizó el efecto Mourinho sobre el clásico, sino que sacó la versión más agresiva del técnico de Setúbal y animó a los jugadores barcelonistas.

Aunque llegan a la cita después de dos derrotas en la Liga, la trayectoria de ambos equipos anuncia un duelo espectacular por el contraste de estilos y el botín en disputa. Juega el Barça con las blancas, pero pocos se manejan mejor con las negras que los equipos de Mou, hoy fuera del banquillo, interesado en hacer ver que no se juega un encuentro de fútbol, sino un simulacro.

Tenga o no la legitimidad del Madrid, hoy habrá un finalista de la Champions y acabará la serie del clásico. Punto final.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.
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