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La beatificación de Juan Pablo II

Una ciudad empapelada espera a los peregrinos

La avalancha que prevé la policía aún no se ha producido

Pancartas con fotos de Juan Pablo II bendiciendo o con sus frases más famosas forran los autobuses de Roma y cuelgan de las farolas. Varias carpas con material informativo salpican la ciudad y la vía de la Conciliazione, que desemboca justo frente a la fachada de San Pedro, que es un hervidero de puestos de refrescos y recuerdos del evento. Sin embargo, la muchedumbre que se esperaba aún no había llegado ayer. La capital de Italia se prepara para gestionar una posible avalancha calculada por la policía en un millón de peregrinos para la beatificación, mañana, del Papa polaco. Mientras, el Vaticano formula previsiones más modestas para los tres días de celebraciones, de unas 300.000 personas. De momento, el pronóstico eclesiástico parece más acertado. La ciudad se parece a un gran escenario adornado y listo para el gran día.

Vendedores de la plaza de San Pedro se mostraban un tanto desilusionados
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"Es como un domingo cualquiera. En esta época entre Pascua, el 25 de abril [día festivo en Italia porque se recuerda la liberación del fascismo] y el 1 de mayo, siempre hay un montón de turistas", exclamaba Ernesto Vecchi, que roza los 60 años y lleva 10 al lado de la columnata de San Pedro vendiendo recuerdos religiosos. La decepción se dibujaba en el rostro del veterano vendedor: la caja de madera colgada en su cuello estaba repleta de llaveros, rosarios, imanes con la imagen del casi beato Juan Pablo II.

La encargada de una librería cercana, que para la ocasión parece haberse convertido en una tienda monográfica de Wojtyla, también parecía desilusionada. Le han dedicado todo tipo de objetos: postales (1 euro), dedales (2 euros), tazas (2,50), rosarios (de 1,50 a 10), velas, banderas, centenares de libros (el más caro, uno de fotografía, de 30 euros).

Al lado de la plaza símbolo del catolicismo, una enorme pantalla retransmitía ayer un vídeo con los numerosísmos viajes de Karol Wojityla en sus 26 años de pontificado. La cola para entrar a la basílica avanzaba sin atascos.

Un grupo de melenas canosas bajaba de un autobús con matrícula alemana. "Venimos a Roma de viaje", decía una pareja de Essen. Ellos, como muchos que visitaron el Vaticano ayer, no se van a quedar hasta el domingo. En cambio, varios sacerdotes y monjas que rezaban bajo la cúpula de Miguel Ángel y tres carmelitas misioneras en Islandia sí lo harán, "para acompañar en este importante paso" a su "Papa querido". Toña Tapia ha venido con su hijo desde Puebla, México, por la misma razón. "Es algo muy especial que vaya a ser santa una persona que vimos y que queremos tanto", explicaba con los ojos brillantes.

El cardenal Comastri, ayer en la exhumación de Wojtyla.
El cardenal Comastri, ayer en la exhumación de Wojtyla.AP

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