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Columna
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Auténticos valencianos

¿Quién nos iba a decir que el dedo en la llaga lo pondría un tipo finlandés con cara de presidente de falla? Sí, me refiero a Timo Soini, un señor con un nombre que da mala espina. La verdad es que yo pensaba que era una especie de fascista disimulado, más o menos como Le Pen o Bossi, solo que católico a machamartillo, o sea, un nacionalcatólico en la más rancia tradición española. Bueno, pues ahora resulta que, a juzgar por la entrevista de EL PAÍS de hace una semana, tampoco hay que echar en saco roto sus palabras. Estas se vienen a resumir en lo siguiente: los auténticos finlandeses no están dispuestos a pagar por los errores ni por los dispendios de otros y por eso la han tomado con Portugal. Hombre, ¿qué quieren que les diga?: aunque la mona se vista de seda... Que de paso arremetan contra la inmigración, a pesar de que Finlandia casi no tiene inmigrantes, revela lo que pasa por la cabeza de esta gente. Pero las cosas nunca son blancas o negras, así que convendrá reflexionar sobre sus palabras. Afirma que en España tenemos el problema de la burbuja inmobiliaria y que los que han pagado las consecuencias hemos sido los ciudadanos, mientras que los que se han enriquecido fueron los banqueros avariciosos. Vaya con Timo, tal vez sea un facha, pero dice verdades como puños.

Es interesante la traducción que se ha hecho de Sannfinländarna. En realidad debería traducirse por los finlandeses de a pie, pero las agencias internacionales han preferido true finns y de ahí auténticos finlandeses. Esta confusión entre los votantes ideales y la gente real es muy común. Por ejemplo, los valencianos, ese oscuro objeto del deseo de la propaganda electoral, hasta ahora han sido tratados como niños inocentes que encarnan la autenticidad de la valencianía, personas a las que les quieren robar el agua, la lengua, hasta la paella, y que sin embargo resisten valerosamente las asechanzas del enemigo secular. Pero, ¿qué pasará cuando algún Timo Soini les haga ver que, mientras sus hijos están en paro y ellos también, se ha pagado un pastón de sus impuestos para sufragar cascarones inútiles? O que se ha mentido sobre el monto de la deuda acumulada y que la Generalitat, como Grecia, está en bancarrota técnica, por lo que no es sorprendente que no pueda pagar a nadie. Y, para rematar la faena, que los caudales públicos se han desviado descaradamente hacia bolsillos privados de gente como Pérez u Ortiz. Desde el poder le contestarán que no ha entendido nada y que el continente es lo que importa: aeropuertos sin aviones, bibliotecas sin libros, hospitales sin aparatos, cajas de ahorros sin fondos, he aquí la contribución valenciana a la teoría política mundial. Incluso tal vez añadan para sus adentros: ciudadanos con la cabeza vacía. Yo no jugaría con fuego: ¿y si los valencianos auténticos se dan cuenta de que los culpables son sus propios líderes?

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