El pueblo que quiere calma

Antonio Pazos, alcalde de Camas entre mayo de 2007 y mayo de 2009, viste ahora el uniforme de la Policía Local. Dejó el poder horas antes de que lo desbancara una moción de censura y volvió al coche patrulla con su compañero de siempre. "Estoy muy feliz", asegura. De fondo, se oyen las voces que salen de la emisora policial. Reconoce que acabó "muy harto" de la política, aunque a los dirigentes de UPyD no les costó convencerle para que encabezara la lista por Camas el 22 de mayo. "Una persona que lucha nunca se rinde", advierte Pazos.

El Ayuntamiento de Camas ha acaparado en los últimos años muchos titulares de periódicos. Y la mayoría por asuntos polémicos. El presunto intento de soborno a una concejal por parte del exalcalde Agustín Pavón (IU) y varios ediles, pendiente de juicio; un pacto antinatura entre el PP e IU que ya nació medio roto y que se quebró del todo unos meses después; un intento de IU de gobernar en solitario, que acabó cuando Pazos firmó un pacto con el PSOE que le costó la expulsión de la coalición de izquierdas junto a sus tres ediles más fieles. Los cuatro fueron declarados tránsfugas y el PSOE aprovechó para presentar una moción de censura y, con el apoyo del PP, poner la alcaldía en manos de Rafael Recio.

Pazos, de 45 años, se presenta ahora bajo la marca de UPyD con el objetivo de contribuir a la "regeneración democrática del pueblo". "A Camas solo se le conoce por la corrupción y los problemas", admite el exalcalde. El cambio de siglas no ha cambiado sus ideas de izquierdas, asegura, por más que algunos excompañeros de IU le reprochen lo contrario. "Este es un proyecto progresista. A mí me acompaña mucha gente de izquierdas que ha salido escaldada de otro sitio".

El actual alcalde, el socialista Rafael Recio, de 35 años, aspira a la reelección y cree que se presenta ya con un rédito logrado en los 22 meses que lleva en el cargo: "Hemos encontrado formas de dialogar entre los grupos municipales. La gente valora mucho la calma y la convivencia en el gobierno municipal", asegura.

Todos los candidatos coinciden en que los ciudadanos estaban cansados de que el Ayuntamiento se hubiera convertido en una especie de ring donde todo valía para tumbar al rival, por lo que la garantía de estabilidad y la mesura son valores muy reivindicados por los aspirantes a alcalde. "Un Ayuntamiento no puede ser una trinchera porque el perjudicado es el pueblo", afirma la candidata del PP, Gisela del Alba, de 41 años, que se estrena en una lista electoral con la convicción de que puede encarar "el cambio" que sus vecinos "piden a gritos". "Camas es mucho más que un pueblo de escándalos", sostiene.

El PSOE, que fue la lista más votada en 2007, llega tocado por el escándalo de los ERE, que ha obligado a dimitir a su secretario general y exdelegado de Empleo en Sevilla, Antonio Rivas. Los socialistas han formado una gestora que preside el alcalde. Recio admite que la situación ha sido difícil, pero insiste en que no ha influido en su gobierno. "Es cuestión de anteponer la gestión ciudadana a la partidista".

Para poder mantener la estabilidad a la que dice haber llevado al Ayuntamiento, el alcalde aspira a gobernar en solitario. "En Camas hemos tenido malas experiencias con los pactos". La candidata de IU, Montserrat Fernández Lara, de 41 años, también asume que el pacto de su coalición con el PP fue un experimento equivocado que promete no repetir. "Pase lo que pase, no vamos a hacerlo, no vamos a sentarnos otra vez a pactar con el PP". ¿Con el PSOE sí? Admite que si hace cuatro años esa opción era imposible -"no nos hablábamos"- hoy es más real. "Si hace falta, tras el 22 de mayo nos sentaremos. Pero como diría Anguita: programa, programa, programa".