El mar y veneno
Narrativa. Shusaku Endo (Tokio, 1923- 1996), cristiano en un país en el que apenas el 1% de la población lo es, dedicó casi todas sus obras a reflexionar sobre alguna de las modalidades de la culpa que contraen los seres humanos casi sin querer, por el mero hecho de haber nacido, en su trato con otros seres humanos, con la Naturaleza o con Dios. En El mar y veneno cae en ese estado de culpa un equipo médico que, durante la Segunda Guerra Mundial, acepta, con el progreso científico como excusa, realizar vivisecciones en prisioneros norteamericanos, que, a consecuencia de ellas, acabarán falleciendo en una mesa de operaciones (todos anestesiados, por cierto, y no, como afirma la contraportada del libro, "sin anestesia ni calmantes"). En el contexto de un hospital, microcosmos de una nación presa del horror y desenfocada por una contienda que trastoca unos valores históricos considerados hasta entonces como eternos, esos pacientes enemigos, y también el resto de pacientes japoneses, son juguetes en manos de unos cirujanos que les usan para medrar social y profesionalmente. La bondad o la compasión son, en este contexto, virtudes cristianas y budistas que estos médicos y enfermeros no pueden permitirse aunque algunos lo deseen, pero que sí demuestra página a página Shusaku Endo, el cual no se limita a seguir a los personajes en sus complejidades emocionales y morales, sino que hace suyas sus preguntas y sus contradicciones. Basada en hechos reales, y usando esos hechos reales para construir una parábola hondísima e inolvidable de la condición humana, El mar y veneno habla de un mundo donde no hay espacio para la felicidad ni para el amor y sí para la angustia y la extrañeza: un mundo donde la culpa personal y colectiva ha ganado y seguirá ganando todas las guerras.
El mar y veneno
Shusaku Endo
Traducción de David Favard
Ático de los Libros. Barcelona, 2011
200 páginas. 18,50 euros
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