_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin beneficio de inventario

En política, cuando se acercan las elecciones, es difícil encontrar un buen candidato ganador, pero resulta aún más complicado encontrar un buen candidato perdedor. El hombre o la mujer que asuma la candidatura socialista a la presidencia de Gobierno deberá reunir tres condiciones excepcionales: estómago para digerir la derrota, instinto de supervivencia entre los propios y capacidad de relanzar su alternativa. Perder, sobrevivir y acometer, por ese orden, es difícil, pero ante la expectativa de dilatar todo el proceso durante cuatro o cinco años, el nuevo candidato deberá añadir a esas virtudes una cuarta aún más infrecuente: la paciencia.

Quizás no haya, en la nutrida clase política española, un titán de semejante envergadura. Se sabrá dentro de un tiempo, ya que el presente y el inmediato futuro han sido inutilizados por la decisión del presidente del Gobierno, que seguirá a nuestro servicio durante un año. Zapatero ganó las elecciones a salvo de los efectos de la crisis; luego practicó el escapismo negando su existencia; luego se refugió en la irresponsable política keynesiana de vaciar las arcas públicas en iniciativas perfectamente inútiles; y luego, con años de retraso, empezó a tomar algunas de las impopulares medidas necesarias. Ni siquiera entonces mantuvo una altura de estadista. Organizó aparatosas reuniones con oligarcas para enviar a su militancia un mensaje cifrado: "Lo siento, amigos, yo no quería, pero aquí están los poderes fácticos". Y a la hora de tomar medidas duras no ha tenido el coraje de Felipe González, al que el nuevo presidente ha hecho más grande.

Dos elementos han dado oxígeno a su mandato: la escasa envergadura política de Rajoy y la excelente gestión gubernamental en la última negociación con ETA. Pero eso no equilibra el peso de la balanza: Zapatero deja una sociedad enfrentada, ha quebrado consensos básicos, logrados con mucho esfuerzo durante la Transición. Las diferencias entre izquierda y derecha se han recrudecido. Y entre los grandes países europeos España es el que tiene peor futuro económico. No importa en cuántos mítines de fin de semana haya repetido el presidente su inquebrantable defensa de los derechos sociales: lo que necesitan los cinco millones de parados no es un paladín, es un contratante.

En Derecho Civil existe una institución denominada herencia a beneficio de inventario: en ella, el heredero acepta un patrimonio bajo la condición de que las deudas anejas nunca afecten a sus propios bienes. Es un modo de facilitar la transmisión de derechos y obligaciones. Pues bien, el nuevo candidato no recibirá la herencia de Zapatero a beneficio de inventario: deberá pagar las deudas pendientes con su propio capital político. No, no es fácil encontrar un buen candidato para ganar, pero en este caso hace falta un gran candidato para perder. En definitiva, un verdadero gigante.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_