Iákobos Kambanelis, patriarca del teatro griego moderno
Sobrevivió al campo nazi de Mauthausen
Iákobos Kambanelis (Naxos, 1922), patriarca del teatro griego moderno, murió el pasado 29 de marzo en Atenas a causa de un fallo renal. Escribió una treintena de piezas de teatro y media docena de guiones para el cine; incontables letras de canciones, artículos periodísticos y un libro de memorias, Mauthausen, sobre los dos años y medio que pasó en el campo de concentración nazi. Firmó también una obra, Nuestro gran circo, que en 1973 batió récords de taquilla en los escenarios griegos al poner en solfa a la dictadura militar (1967-1973) ante las propias narices de los coroneles.
Gracias a uno de sus guiones cinematográficos, Melina Mercuri, se convirtió en estrella en los fotogramas en blanco y negro de Stella, dirigida por Mijalis Kakoyanis en 1955. La pieza no había podido ser estrenada en su versión original, la obra de teatro Stella con los guantes rojos, a causa de la explicitud sexual del personaje de la protagonista. Stella atrajo la atención de Europa hacia el nuevo cine griego, que, de la mano de Kakoyanis o Jules Dassin y con la Mercuri o con Irene Papas como animales escénicos, produjo a partir de entonces clásicos que tentaron a Hollywood, como Zorba el griego o Nunca en domingo.
Kambanelis, siempre un paso por detrás de sus éxitos, fue un ejemplo de superación, y su trayectoria vital, un pormenorizado relato de las muchas vicisitudes históricas a que los griegos hubieron de enfrentarse durante el siglo XX, desde la guerra civil (1946-49) a la Junta de los Coroneles.
Memoria del horror
Nacido en el seno de una familia humilde, se vio obligado a dejar el colegio y a ponerse a trabajar cuando era un crío; su formación se la dio la lectura compulsiva de cuanta letra impresa caía en sus manos. En 1942 los nazis, que entonces ocupaban Grecia, le detuvieron por intentar huir del país y le enviaron a Mauthausen, de donde se negó a salir, como penúltimo acto de resistencia, hasta que el último judío griego -él no lo era- hubiera abandonado el lugar. En el campo austriaco conoció el amor, y la esperanza, gracias a una judía lituana. De su experiencia del horror nazi escribió el citado libro de memorias, Mauthausen (1965), y un ciclo de canciones homónimo al que puso música Mikis Teodorakis, Balada de Mauthausen.
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