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Reportaje:

El esfuerzo de ser la 'número 30'

La tenista Lourdes Domínguez escala 100 puestos en un año tras una dolencia

Comenzó el año en las antípodas, en Auckland, siguió por Sydney y Melbourne y casi sin solución de continuidad dio el salto a Colombia, primero a Cali, luego a Bogotá, donde llegó a la final y la ganó. Voló hacia México, a Acapulco, después a Monterrey. Más tarde Miami, el miércoles pasado la voz de Lourdes Domínguez denotaba agotamiento. Estaba en Marbella, había caído por la mañana en su partido de individuales del Andalucía Open, y por la tarde en el de dobles. "Tengo tres días libres, vuelvo a casa, a Pontevedra", anunciaba.

El tenis es un carrusel que va de enero a finales de noviembre, exigente ir y venir en el que hay algo más que el oropel de los grandes. "Pero en España estamos acostumbrados a los números uno y no se valora el esfuerzo de un deportista por llegar a ser el treinta", reflexiona Domínguez. Y el tenis tiene mucho de cainita. En fútbol o en baloncesto no hay rankings, pero no resulta complicado colegir que el jugador 30 del mundo es una conocídísima estrella. Restan en todo caso las recompensas íntimas. Hace año y medio a Domínguez se le pasó por delante la opción de la retirada. Fue en julio de 2009, tras caer en Wimbledon ante la entonces número uno Dinara Safina.

Hace año y medio pensó en retirarse por una dolorosa lesión en el codo
"Los Juegos Olímpicos serían la guinda", dice, "lo habría jugado todo"

Le empezaron a molestar los tendones de su brazo derecho. Aquejada del doloroso codo de tenista sufría incluso para levantar un vaso o coger una bola. Tras caer en Londres cayó en cinco primeras rondas y paró. "Estuve cinco meses sin poder coger una raqueta y lo peor es que al tercer mes seguía igual de mal que el primer día. Entonces empiezas a pensar...". La fisioterapia le ayudó a esquivar el quirófano y la retirada. Y tras más de diez años como profesional sintió que todavía tenía retos que cumplir. "Después de tanto tiempo ya te tomas el tenis como un trabajo, pero para mí todavía es algo divertido. Pasármelo bien es mi objetivo. Si lo consigo sé que los resultados vendrán detrás".

Quizás Domínguez mantiene la pasión que le llevó a coger una raqueta. Todo comenzó en la playa, en Areas o en Canelas. "Allí ya cogía las palas bien pequeña, con solo cuatro años. Me gustaba ganar", recuerda. "Soy muy ganadora". La vida le ha llevado a perder bastantes veces, pero también a asumir sus limitaciones. "Sueñas con ser la mejor, pero eres la 40 y hay que estar orgullosa de serlo". Hay un esfuerzo y un recorrido, un sacrificio que le llevó a dejar su casa con 14 años para aceptar una beca de la federación e irse a entrenar a Barcelona. "Era una niña y fue una decisión complicada de tomar, pero tenía en la mente ser tenista y allí me ofrecían las instalaciones y el nivel de entrenamiento que no podía tener en Pontevedra, la intensidad de poder vivir el deporte de manera profesional", apunta Domínguez, que ahora ve como una paisana diez años menor, Leticia Costas, sigue sus mismos pasos. Llegó al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat a la misma edad, lo dejó con 19 y ahora llevan año y medio juntas con el mismo grupo de trabajo. Mismo recorrido, idénticos sueños, similares obstáculos. "El tenis es un deporte más complicado de lo que la gente cree. El día a día solo lo vive uno, lo que hay que entrenar, los sacrificios y los días fuera de casa. Es un deporte individual en el que si las cosas te salen mal la derrota se vive con más dureza porque eres tú sola, no te puedes apoyar en un grupo", detalla Domínguez, que pudo elegir más compañía. En su casa, con diez hermanos, tres jugaron al balonmano al más alto nivel. Sus hermana Isabel y María llegaron a la internacionalidad y Coté fue una referencia en el Teucro. "Pero yo estaba obsesionada con ser tenista", zanja.

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Ahora curtida por una trayectoria y con el regusto de haber regresado a su mejor nivel y ganar más de cien puestos en el ranking en el último año para situarse en el 46, Domínguez traza nuevos planes. El año, jet-lag aparte, ha comenzado bien, con un triunfo en Bogotá, torneo fetiche donde hace cinco años había conseguido la que hasta ahora era su única victoria en torneo de la competición femenina, la WTA. En Australia avanzó una ronda para caer ante Flavia Pennetta y en Miami ganó dos partidos hasta que se cruzó con otra italiana, Francesca Schiavone. Las dos italianas están en un nivel superior. Quizás nunca lo alcance, pero la pontevedresa, a punto de cumplir los 30, se fija nuevos desafíos. El primero llega el próximo fin de semana en Lleida porque el equipo español de Copa Federación peleará ante Francia por regresar al grupo mundial. A la eliminatoria llega Domínguez como número dos del ranking español, posición que le garantizaría además su participación en los Juegos Olímpicos, otro objetivo por cumplir tras quedarse fuera de los de Pekín por tan solo diez puestos. "Londres sería la guinda", se ilusiona Domínguez. "Quizás en el mundo del tenis unos Juegos no dicen mucho, pero para mí sería decir que lo he jugado todo".

La tenista Lourdes Domínguez durante un entrenamiento en Pontevedra.
La tenista Lourdes Domínguez durante un entrenamiento en Pontevedra.CARLOS PUGA

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