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Columna
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Momentos de oportunidad

En Galicia todavía son mayoritarias las empresas dedicadas al mercado regional o nacional

Las crisis son momentos de oportunidad. Deben ser aprovechados para apostar por nuevos modelos productivos y permiten abrir espacios para esperar nuevas perspectivas. Los periodos de crisis también nos ilustran análisis comparativos y pueden describir los atractivos de cada país o territorio. España está apostando por dinámicas post-crisis. Las medidas planteadas por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, comienzan a dar fortaleza en las esferas empresariales y financieras, lo que predice una salida de la crisis más desahogada y, sobre todo, más robusta.

¿Desde qué perspectiva se aborda el nuevo dinamismo productivo, tecnológico y organizativo para lograr mejorar la productividad y la competitividad? Tradicionalmente dependía del capital. O sea, cuanto mayor capital se dispusiese, mayor era la probabilidad de crecer. Hoy, son necesarios más elementos. A bote pronto se puede decir que un país o una economía es más atractiva si logra posicionarse mejor, tanto en el mercado exterior como en el interior; si es capaz de impregnar actuaciones en las que disminuyan los costes y la incertidumbre; y, finalmente, si logra diferenciarse de los demás. Estas son las tres condiciones para poseer ventaja competitiva. La primera de ellas subraya la facilidad de acceso a los nuevos mercados y, por lo tanto, mide el potencial de ventas que ofrece el país. El segundo recoge aquellos factores que permiten incrementar la competitividad de una empresa a través de una estructura de costes más reducida que la de los competidores. Y la diferenciación llama la atención sobre como señalar las diferencias en los productos, procesos y estrategias, que permiten obtener ganancia en las ventajas competitivas.

Traslademos este análisis a Galicia. Comprobamos el hecho de que, aunque se está produciendo una corriente exportadora creciente, todavía nos queda como asignatura pendiente una mejor distribución sectorial de dichas ventas. Es decir, tenemos sin desarrollar un conjunto de empresas que posean un modelo de negocio de exportación claro y nítido. Con ello, deseo manifestar que la internacionalización y el posicionamiento exterior de las empresas gallegas debiera inclinarse hacia formular y desarrollar modelos de negocio que combinen producto y marca; o sea, internacionalización e implantación diferenciada. Hago esta llamada porque en Galicia, todavía, son mayoritarias las empresas dedicadas al mercado regional o nacional. O sea, ciertas empresas están encapsuladas, "atrapadas en dichos mercados locales". En lo tocante a la disminución de los costes, tampoco hemos avanzado lo suficiente para poner en marcha planes de mejora de la eficiencia. Se malgasta y se despilfarra solo por no saber actuar en la gestión. Este concepto no solo se refiere a la estructura de los inputs, de las compras, sino también hace referencia a los gastos. Y, sobre todo, al ámbito organizativo y a la utilización de las subvenciones. Un mayor compromiso con esta dinámica daría resultados positivos a corto plazo y mejoraría el perfil del empresariado

Finalmente, las apuestas por la diferenciación son obligatorias para no perder el ritmo de los avances. No solo hay que superar el minifundio y mejorar la cuota de mercado, sino que la apuesta por la creatividad y por la nueva cultura social deberían ser obligatorias. La diferenciación es la clave de bóveda de las políticas de futuro. Sin ella, y sin referencias claras a los territorios (ya sean ciudades, ya sean regiones o países) no apostaríamos por una señal de identidad con marcas de referencia globales. Para desarrollar estas tres dinámicas, las nuevas concepciones del emprendedor y de la nueva élite gestora deben estar impulsadas desde las universidades y desde la sociedad civil.

Días atrás tuve el placer de debatir con otros especialistas sobre las perspectivas de futuro en el marco del Foro de Debate da Economía Galega. En el mismo estaban empresarios con clara vocación exterior, como Emilio y José Pérez Nieto, Víctor Nogueira, Jesús Alonso Escurís, Honorato López Isla, José Ramón García o Álvarez Cobelas y altos ejecutivos de instituciones financieras, como Susana Quintas, a la vez que notables economistas como Guillermo de la Dehesa, Antón Costas, Alberto Gago, Santiago y Manolo Lago, Pedro Puy, Leiceaga, López Facal o Manuel Varela. Las apuestas y las controversias fueron la mejor dosis para garantizar no solamente la posibilidad de entendimiento, sino para garantizar un diseño inteligente de la cooperación pública-privada, en donde se fortalezcan instituciones y mecanismos capaces de lograr una Galicia más atractiva, más orientada al exterior y con mayores opciones de transformar modelos productivos obsoletos. La crisis nos ha posibilitado abrir un momento de oportunidad.

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