El obstáculo indio
Vodafone parece tener un desagradable malentendido de 5.000 millones de dólares con su socio indio. Hace una semana, el operador de telecomunicaciones dio por hecho que Essar había accedido a una salida limpia del tercer operador más grande de India. Pero ahora su cada vez más quisquilloso socio está cuestionando la tasación de su participación del 33% (y el propio mecanismo de este complicado acuerdo).
Se suponía que ambas partes se habían puesto de acuerdo sobre las condiciones de venta de la participación del 33% como parte de la entrada de Vodafone en el mercado indio allá por 2007. La participación que Essar posee en la empresa conjunta está dividida en dos partes. Cuando, la semana pasada, Essar ejerció su opción de venta sobre una participación del 22%, Vodafone creyó que dicha acción le daba derecho a ejercer una opción de compra sobre una participación restante del 11%. Vodafone dijo que esperaba cerrar el acuerdo en noviembre.
Los detalles son confusos, pero Essar, que no quiso hacer comentarios en aquel momento, considera que se le deben 700 millones de dólares más, según una persona familiarizada con la situación. El grupo indio no cuestiona el ejercicio de su opción de venta del 22% (y se alegra de asegurarse dos terceras partes de 5.000 millones de dólares). Pero Essar cree que tiene derecho a aspirar a que la participación restante del 11%, que posee a través de una entidad nacional, se valore de un modo diferente de acuerdo con las normas indias.
La reivindicación es extraña dado que la participación completa del 33% probablemente valga solo 3.000 millones de dólares de acuerdo con los múltiplos de entidades afines. No está claro si Essar espera que el arbitraje -que muy probablemente decidirá el resultado de la turbia disputa- termine de algún modo con un fallo a su favor o si espera persuadir a Vodafone para que pague. El operador de telecomunicaciones que cotiza en Reino Unido necesita todo el tiempo que pueda conseguir para concentrarse en otros problemas en India (como la intensa competencia y una disputa de 2.500 millones de dólares por los impuestos relacionados con la adquisición de 2007).
Sea como fuere, hace quedar mal a ambas partes. Aun suponiendo que las reivindicaciones de Essar no se vean respaldadas por las condiciones del trato original sobre la participación del 33%, Vodafone debería haber sido consciente del desacuerdo antes de presentarlo como un hecho consumado. Vodafone se ha ganado muchos elogios por poner en orden su cartera en todo el mundo, pero el problema indio amenaza con malograr una buena racha.
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