Reflexiones sobre el momento económico
Cuando hay tantos acontecimientos políticos y económicos que influyen en variables fundamentales de la economía, para tener algún criterio sobre el futuro inmediato es necesario centrarse y reflexionar sobre dónde estamos y cuáles son los problemas más acuciantes que tenemos que resolver.
Los problemas políticos del norte de África y los graves acontecimientos de Japón auguran elevados precios del petróleo en el corto plazo, lo que unido a los elevados precios actuales de las materias primas está provocando inevitables tensiones al alza de la inflación en la Unión Europea. Como consecuencia de ello, el Banco Central Europeo se prepara para un cambio de rumbo en la política monetaria con elevación de los tipos de interés.
Al menos será necesario poner en marcha la tan manida reforma de las Administraciones públicas
Los esfuerzos en política fiscal exigidos a los ciudadanos en España y las medidas aplicadas de recortes del gasto han permitido reducir el déficit público y estar en la línea correcta con el Plan de Estabilidad Financiera comprometido. Sin embargo, aunque el saldo correspondiente al Estado consigue buenos resultados, continúan los problemas para reducir el déficit de las comunidades autónomas, hecho imprescindible para alcanzar el objetivo de un déficit no superior al 3% del PIB.
En cuanto a la actividad productiva, la economía española está todavía digiriendo la burbuja inmobiliaria residencial, y aunque comienzan a venderse algunas viviendas, parece que la caída de los precios es todavía insuficiente para normalizar el mercado inmobiliario y permitir un crecimiento del sector de la construcción que, sin llegar a los niveles previos a la crisis, impulse una actividad razonable de toda la industria auxiliar que depende de él.
En el primer trimestre del año, algunos indicadores de actividad señalan cierta mejoría con cierto cambio de tendencia, pero es necesario tener en consideración los bajos niveles de 2010 con los que se les compara. En términos generales se observa un ligero crecimiento, con tendencia sostenida, pero todavía insuficiente para crear empleo. La experiencia empírica señala que solo cuando alcancemos un crecimiento del PIB en torno al 2% podrá crearse empleo neto. De momento, solo la emergencia de empleos actualmente ocultos podría aliviar las cifras del paro en el corto plazo, pero no mejoraría las condiciones de vida de los asalariados.
La existencia de activos, en su mayoría inmobiliarios, de dudosa calidad pone en dificultades al sistema financiero, que necesita refinanciar sus deudas. Mientras tanto, las empresas medianas y pequeñas sin capacidad para financiarse en los mercados carecen del crédito necesario para mantener o incrementar su actividad. En el medio plazo, su reestructuración -absolutamente necesaria para cumplir con las nuevas condiciones de capital del Banco de España, más exigentes que las impuestas en la UE con Basilea III- dejará un sistema financiero con menos instituciones, de mayor tamaño y esperemos que más eficaces.
En estas circunstancias se ha firmado el Pacto por el Euro Plus, que obliga al Gobierno a introducir nuevas reformas para cumplir con los objetivos de impulsar la competitividad y el empleo, además de continuar por la senda de las ya iniciadas en relación con el sistema financiero y la sostenibilidad de las finanzas públicas.
El punto más difícil es el de la competitividad, porque el funcionamiento de la economía productiva en España es muy divergente entre los diversos sectores económicos y empresas. Todavía subsisten sectores subvencionados y, por tanto, poco competitivos por sí solos. Hay empresas productivas que han introducido un razonable nivel de tecnología y las hay atrasadas que solo subsisten en condiciones del mercado muy favorables, empresas con expansión internacional y otras limitadas al mercado interior. En estas condiciones es difícil tomar medidas generales, pero al menos será necesario poner en marcha la tan manida reforma de las Administraciones públicas, reduciendo los costes administrativos y haciendo eficientes las empresas públicas (estatales y de las comunidades autónomas), y solo manteniendo las que sean necesarias.
Muchos critican el pacto por el poco espacio dedicado a las medidas para impulsar el empleo. Pero quizá olvidan que la creación de empleo es una consecuencia del incremento de la actividad productiva, y aparte de reformar el mercado laboral para que funcione bien, poco más puede hacerse si no se consigue entrar en una senda de crecimiento equilibrado.
Carmen Alcaide es analista y expresidenta del INE.
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