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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dramones de celos y puñales

Regresaron al Liceo, tras más de 20 años de ausencia, Cavalleria rusticana y Pagliacci, los dos breves y sórdidos dramones veristas de celos y puñalada que conforman el "programa doble" más querido por el público. Dos óperas que se aguantan en el cartel porque el público, que nunca se equivoca, así lo ha querido, pues probablemente son las obras del repertorio más vapuleadas históricamente por la crítica y la musicología.

Ciertamente, Cavalleria (1890), que va de "si no es mío no será de nadie", y Pagliacci (1892), de "la maté porque era mía", no son musicalmente ningún prodigio, pero son ejemplos de eficacia tanto en lo musical como en lo dramático. Son obras duras, intensas, concentradas, fulminantes, que requieren voces imponentes que se vacíen hasta la extenuación sobre el escenario para dar vida a pasiones primitivas resueltas a cuchilladas.

CAVALLERIA RUSTICANA

De Pietro Mascagni. Intérpretes: Ildiko Komlosi, Marcello Giordani, Marco di Felice, Ginger Costa-Jackson y Josephine Barstow, soprano.

PAGLIACCI

De Ruggero Leoncavallo. Intérpretes: Marcello Giordani, Ángeles Blancas, Andrzej Dobber, David Alegret y Gabriel Bermúdez. Dirección escénica, Liliana Cavani, repuesta por Marina Bianchi. Dirección musical: Daniele Callegari. Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 1 de abril.

Las producciones, con dirección escénica de Liliana Cavani, ejecutada en esta ocasión por Marina Bianchi, provenían del Teatro Comunale di Bologna y el Teatro Bellini de Catania; en ellas, Cavani, de larguísima y reputada trayectoria cinematográfica, dirigía su mirada y buscaba sus referentes en dos grandes directores del cine italiano, Luchino Visconti y, en concreto, su película Il gattopardo, para Cavalleria, y Federico Fellini y su mundo de artistas ambulantes reflejado en la película La strada, para Pagliacci. Se trataba de producciones convencionales, muy bien ejecutadas, que no releían ni reelaboraban las obras bajo nuevas miradas.

El tenor sicilano Marcello Giordani asumió el doble papel de Turiddu en Cavalleria y Canio en Pagliacci en la noche del estreno (otros tres tenores se alternarán en estos personajes en los próximos días). Giordani cumplió muy bien con el encargo, cantó con fuerza pero con musicalidad, sin gritar la partitura. Al principio de Pagliacci apareció descolocado y poco concentrado, pero enseguida entró en materia. Le dieron la réplica en los personajes femeninos Ildiko Komlosi en Santuzza (Cavalleria), que cantó muy bien, pero componiendo un personaje siempre al borde de la crisis de histeria, y Ángeles Blancas en Nedda (Pagliacci), que alternó momentos de gran belleza con pasajes en los que la voz parecía estar al límite de la rotura. Andrezj Dobber también satisfizo las expectativas en el papel de Tonio (Pagliacci) y, como es tradición, cantó también el temible Prologo que abre la obra. A muy buen nivel todos los personajes secundarios, incluida Dame Josephine Barstow, que, a sus 70 años cumplidos, le dio más prestancia y carácter que voz a su personaje de Mamma Lucia (Cavalleria).

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La importante y densa parte coral fue óptimamente interpretada por una nutrida tropa integrada por el coro de la casa, la Polifònica de Puig-reig y el Cor Infantil dels Amics de la Unió de Granollers. Daniele Callegari practicó una dirección musical tradicional, sin sorpresas ni sustos, y la orquesta, de sonido bastante desaliñado al principio, fue mejorando un poco a lo largo de la representación.

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